Estos tres repuesteros vieron crecer desde su origen el barrio que hoy concentra la mayor oferta del aftermarket argentino. Admiten el desprestigio de la zona y plantean posibles soluciones.
La tradición de las mesas redondas de Aftermarket indica que la entrevista se debe hacer con algunos platos de por medio. Si la nota iba a ser sobre la historia y leyenda de la Avenida Warnes, no había mucho que discutir sobre el lugar para almorzar: desde hace más de tres décadas, "Tiro Loco" es el punto obligado de reunión del barrio más agitado del mercado de reposición argentino. Los entrevistados fueron tres históricos de la zona, que además tienen la virtud de ser grandes contadores de anécdotas: Jaime Waisman, presidente de Minoma; David Trosman, presidente de El Bahiense; y Manuel Teper, titular de la empresa que lleva su mismo nombre. Durante casi tres horas de recuerdos alegres y de lo otros, ayudaron a desentrañar algunos mitos y verdades de la Avenida Warnes.
Trosman, usted fue el primero de esta mesa en llegar a Warnes. ¿Cómo era el barrio en esa época?
Trosman: Yo llegué a Warnes en 1932. La avenida era un conjunto de comerciantes amigos, donde todos nos conocíamos y luchábamos por ganarnos el pan de cada día. Trabajábamos todos en el desarme de autos usados, que en esa época estaba permitido, pero cada uno tenía su especialización. Nuestro local de Warnes 1630 también era nuestra casa, tenía techo de chapa. El piso de la entrada al taller lo había hecho mi padre con partes de chasis de Ford T. Era un chasis derechito que te permitía armarte un piso de hierro resistente para trabajar en el desarme. Mi padre, un hombre fuerte, jugaba con los peones a ver quién cortaba más rápido los remaches del chasis.
¿Y cuánto tardaban?
Waisman: No mucho. Todos lo hemos hecho alguna vez. Le dabas dos o tres golpes con una maza y en diez minutos estaba el chasis desarmado. Me acuerdo que con un punzón agujereábamos los chasis y los convertíamos en estanterías para repuestos.
Cuánto costaba un auto usado para desarmadero en esa época?
Trosman: Yo todavía guardo recibos de esas compras. Los Ford T los comprábamos por 75 pesos.
Waisman: ¡Pagabas muy bien!
Trosman: Sí, también recuerdo que mi padre compraba carrocerías de coches y las prendía fuego para sacarles la pintura y el estaño, que en la época de la guerra se vendía muy bien. Se depositaban los pedacitos de estaño sobre una tapa de cilindro y eso se ponía sobre el fuego para hacer los bloques de fundición. Se recuperaba todo. Con el estaño también hacíamos baldes y canastos para albañilería. Los domingos íbamos a una fábrica de cortinas metálicas y nos prestaban el balancín para estampar los fondos de los baldes.
Es decir que trabajaban todos los días de la semana…
Trosman: Así es. La chapa se cortaban con una tijera de mano. Mi hermano tenía el brazo derecho que parecía de luchador, mientras que el izquierdo parecía enclenque.
Waisman: Cuando mi padre pasó de la carnicería a desarmar coches, yo empecé a ayudarlo. Tenía 13 años y desarmaba coches a la par de cualquiera.
¿Cómo conseguían los autos para desarmar?
Waisman: La gente venía a venderlos acá o publicaban avisos en los diarios. Nosotros los íbamos a buscar.
¿Cómo era el mercado de repuestos de aquella época? ¿Se conseguían piezas nuevas?
Waisman: No, durante la guerra sólo se conseguían piezas usadas. Recién empezaron a aparecer repuestos nuevos en el año ´46. La gente vendía los autos que ya no daban más, para cambiarlo por otro en mejor estado. Yo desarmé coches de mucho valor, como Rolls-Royce y Packard.
¿Cómo es desarmar un Rolls-Royce para convertirlo en repuestos?
Waisman: Lo mismo que cualquier otro: cortar bulones y separar piezas.
Teper: Yo desarmé algunos Rolls-Royce y recuerdo que tenían capot de plata y monogramas de oro, que identificaban a la familia que lo había comprado.
¿Alguna vez pensaron que esos autos que desarmaron hoy valdrían una fortuna?
Waisman: Y no, para nosotros eran autos viejos. Hoy pienso que si hubiese guardado alguno de esos coches usados no tendría ni siquiera necesidad de trabajar. Hasta hace poco tiempo había un Rolls-Royce dando vueltas por Warnes. No sé qué pasó.
Trosman: Sí, ya sé cuál decís. El dueño lo vendió por 10 mil dólares y se arrepintió. Entonces comenzó a seguirle la huella al auto y se terminó enterando que fue subastado en Estados Unidos por un millón de dólares. ¡Imaginate!
¿Qué otras partes se aprovechaban de los autos de la época?
Trosman: Me acuerdo que una vez fuimos con mis hermanos a comer un asado en Punta Chica, lo cual era todo un lujo, casi una paquetería. Como los anfitriones se olvidaron de comprar carbón desarmamos partes del auto en el que habíamos viajado hasta allá. El revestimiento interno de las puertas era de madera y lo arrancamos para prender el asado. La gente de Punta Chica se agarraba la cabeza: no sabían que al lunes siguiente ese coche iba enterito a desarme.
Teper: Yo también hice asados con los rayos de madera de las ruedas. Era una madera dura y hacía muy buena braza.
¿Cuántas cuadras tenía la zona comercial de Warnes de aquella época?
Teper: Siempre fue del 1.000 al 1.600, pero antes en los laterales no había ningún negocio, como sí hay ahora. La historia de Warnes comenzó en 1930 con un taximetrero de apellido Santos, que tenía un coche grande que era el precursor del colectivo. Un buen día este señor rompió su auto, entonces compró otro del mismo modelo y desarmó al primero para convertirlo en repuestos. Le empezó a ir bien con la venta de repuestos y puso el primer local en Warnes al 1.500, que se llamaba El más caído se levanta, para dejar en claro que él había encontrado la solución para los autos averiados.
¿Qué pasaba con los importadores de esos autos? ¿No traían repuestos?
Trosman: A las concesionarias no les interesaba otra cosa más que vender coches, por eso no traían repuestos para arreglar los que se rompían. Reparar un auto en una concesionaria salía casi tan caro como comprar uno nuevo. Entonces surgió el mercado del repuesto usado. Recién en los ´60 se promulgó la ley que obliga a los importadores a traer el 20% de los repuestos totales de cada modelo. A partir de ese momento, si traían 50 mil dólares en repuestos, diez mil tenían que ser en repuestos.
¿Y cuándo comenzó a adquirir Warnes el perfil que tiene hoy en día?
Waisman: Eso empezó después de los ´50, cuando se abrió la importación que permitió traer repuestos nuevos.
Trosman: Acá se vendían repuestos usados y nuevos, no existía el problema de las piezas robadas que hay hoy. Estaba todo dentro de la ley. Incluso yo guardo una copia de un aviso de 1948 donde anunciábamos la venta de "repuestos usados en buen estado", que era la frase que se usaba en esa época.
Tepper: Acá los abogados no entraban y para resolver los pleitos se había formado una asociación con cinco miembros: lo que opinaba la mayoría era palabra santa.
Waisman: Era un Tribunal de Honor.
Teper: Esta sociedad prestaba plata a los comerciantes y les permitía devolverla de a un peso por semana. Era una especie de cooperativa llamada Cooperau, que comenzó a funcionar en 1960. Después abrió otra cooperativa, que se llamaba El Orden, pero se fundió y dejó a un montón de gente sin ahorros. La diferencia con El Orden era que Cooperau no trabajaba para el beneficio de sus directivos, sino que las ganancias se donaban. Yo estaba en la comisión cuando donamos 10 mil pesos al Hospital Durand. También donamos al Hospital de Niños, al Israelita y a la Liga Contra la Tuberculosis.
Trosman: Nuestros mayores tenían mucho menos dinero del que tenemos nosotros y fueron muchísimo más solidarios. Con donaciones se crearon asilos, escuelas y comedores populares. En esa época, las deudas no se firmaban. Con un apretón de manos era suficiente. Hoy, si alguien te da la mano, tenés que contar los dedos para ver si te falta uno.
¿Y qué tipo de disputas dirimía ese Tribunal de Honor?
Teper: Se buscó gente honorable dentro de Warnes que, por ejemplo, resolvía casos de sociedades. Había una casa de repuestos que era propiedad de un hombre y su sobrino. Entre ellos se pelearon y resolvieron separarse. El Tribunal de Honor los convocó, se hizo una tasación y se estableció lo que le correspondía a cada uno.
¿Y qué pasaba si alguien no estaba de acuerdo con lo que disponía el Tribunal?
Trosman: Era una cuestión de honor, importaba la palabra ante todo. Además, el Tribunal te recordaba que siempre es mejor hacer un mal arreglo que un buen juicio.
¿Qué hubiera hecho ese Tribunal con alguien que vende repuestos provenientes de autos robados?
Waisman: Eso era algo que ni se le pasaba por la cabeza a alguien en esa época.
Trosman: Hoy sería muy difícil poner en práctica un Tribunal de Honor, porque en los últimos años aquí hay gente muy buena, regular, mala y muy mala.
¿En qué época comenzó a llegar a esa gente "mala" y "muy mala"?
Teper: Fue hace unos 15 años y eso generó la imagen de que todo lo que se vende en Warnes es robado. A muchos clientes les advertimos que en algunos locales pueden estar comprando piezas robadas y dicen "¡no me importa!". ¿Y si te roban el tuyo?, les pregunto yo: "Ah, entonces los reviento a tiros". Así somos los argentinos.
Trosman: Acá el origen del problema es la corrupción extendida. Hay locales que cuentan con protección y ahí nadie entra a inspeccionar. De todos modos, acá hubo mucha gente que fue presa y otra tanta que está procesada.
Ustedes que tanto conocen la zona, obviamente saben distinguir quién trabaja en regla y quién no.
Trosman: En general, los locales que hoy en día venden repuestos usados es muy difícil que no estén manchados con sangre. Hoy ya no se desarma como en nuestra época, porque está todo muy reglamentado y los desarmaderos legales tienen una habilitación específica.
Teper: Para mí, la única solución a este problema es terminar con el desarme de autos: los vehículos que salen de circulación deberían enviarse a una fundidora, de manera que no se pueda volver a utilizar ninguna pieza. Se perdería muchísima plata de los remates, pero es ahí mismo donde comienza la cadena, con las boletas de remate que blanquean los autos producto de robos.
Waisman: Siempre hubo robos, pero nunca masivamente como ahora nunca. Y hoy esos robos cuestan vidas. La única solución pasa por limpiar la corrupción de los que nos gobiernan.
Teper: La gente no tiene que comprar repuestos usados, porque en el caso de los autos modernos directamente no existen. Casi todo lo que hay en el mercado de usado proveniente de autos nuevos es robado.
¿Y cuántas serían las casas de repuestos que ustedes consideran sospechosas?
Trosman: Calculo que unas 16 y ahora tal vez un poco menos.
Teper: Desde que cambiaron las autoridades en la comisaría la cosa se calmó un poco. Ya saben que si venden robado van presos y se les incauta la mercadería.
¿La devaluación empeoró la situación al encarecer los repuestos nuevos?
Waisman: No, no me parece.
Trosman: Es que ni siquiera eso es cierto y yo tengo un ejemplo claro. Tengo un Honda relativamente nuevo y el otro día un camión me rompió el espejito retrovisor. Uno de los muchachos que trabaja conmigo se ofreció a buscarme un repuesto acá en la avenida y le pidieron 400 pesos. Me fui a un concesionario Honda: me cobraron 270 pesos y me discriminaron el IVA. La gente está muy engañada respecto de este tema.
¿Qué prestigio tiene hoy la marca Warnes?
Trosman: Está muy desprestigiada por el tema de los robos.
Waisman: Siempre estuvo desprestigiada.
Teper: Y la prensa no ayuda, porque aunque se roben un auto en la calle San Martín le echan siempre la culpa a Warnes.
Y al margen del problema de los repuestos robados, ¿cómo ven el futuro del mercado de posventa?
Waisman: Estamos volviendo a los problemas de años anteriores. Si la materia prima se sigue encareciendo de esta manera y el tipo de cambio continúa estable, en pocos meses más volverá a ser más barato importar que producir en el país.
Teper: Otro problema es que la industria no tiene mano de obra calificada. No hay matriceros ni obreros especializados.
Trosman: La cultura que se vivió en los últimos años no es la cultura del trabajo. Nosotros crecimos sabiendo que el que trabaja un poco más puede llevar adelante sus proyectos.
¿Y qué opinan del futuro de Warnes en particular?
Teper: El negocio está cambiando mucho y Warnes se amplía cada vez más la oferta de accesorios. Los que subsistimos es porque nos especializamos en algo.
Trosman: La única salida es la especialización, porque cada vez los modelos son más y abarcar mucho implica un problema de espacio, de organización y de dinero. No se puede tener parado un stock por años. Igual, el caso de Warnes es muy particular: no existe en el mundo una avenida como ésta, con casi 400 casas de repuesto concentradas en la misma zona.
Teper: Yo viajé mucho por el mundo y sólo en Turquía encontré algo parecido. Pero tenía apenas la mitad de la oferta de Warnes. Es cierto, este es un caso único en el mundo.