Rubén Daray

Fue campeón de Turismo Nacional y TC 2000. Hoy es conductor del programa A todo motor» que ya lleva años en la pantalla televisiva.»

¿Cuál es, para usted, el piloto más grande de todos los tiempos y por qué?

Sin dudas, Fangio. Por la cantidad de carreras que ganó, por los títulos y, fundamentalmente, por la continuidad que le dio. Además, a la edad que llegó eran muy difíciles aquellos autos.

¿Qué analogía puede hacer con los autos de hoy respecto de los de aquella época?

Los de ahora son mucho más manejables. Hace poco, estuve arriba de un Fórmula 1, ¡y para que yo lo pueda conducir, quiere decir que esto es muy manejable! (Risas).

¿Qué es lo que lo apasiona del automovilismo?

Me apasionan los autos. Y me gusta el Turismo Nacional porque es el que mejor espectáculo le da al tipo que está en la tribuna: por la paridad, por la vehemencia que le ponen los que están corriendo, porque los autos son más tocables, son autos de calle… y me parece que las otras categorías, incluso la Fórmula 1, hoy no están dando un buen espectáculo.

¿Cuáles son los mejores pilotos en la actualidad o que tienen más proyección?

A nivel internacional, Fernando Alonso, hoy es el mejor de la Fórmula 1, por su experiencia y por todo lo que puede aportar. Y en la Argentina, José María López. Está haciendo las cosas muy bien… lo que pasa es que hoy hay tipos que están mucho tiempo en el automovilismo.

¿Cómo quiénes?

Como fue Traverso muchos años, o Silva… esto no significa que esté mal, pero por ahí te tapan futuros pilotos que pudieran surgir.

“Como estás pensando no servís”

¿Recuerda alguna anécdota especial o divertida que le haya sucedido dentro del automovilismo?

Allá por el ’77 yo había ganado el Campeonato Argentino y me pasaron dos cosas, una detrás de la otra. Por un lado, fui al Automóvil Club porque en aquel momento yo tenía 27 años y era la edad en la que los argentinos iban a la Fórmula 1, caso Reutemann. Yo era campeón argentino, recién recibido; fui al Automóvil Club y hablé con un tal Héctor Staffa, que fue quien lo llevó a Reutemann a esa categoría, y le dije que yo era un fenómeno y que iba a ser campeón del mundo… y un montón de cosas. El tipo me dijo: “Contestame de verdad. En medio del curvón del Autódromo de Buenos Aires, ¿levantás el pie o no lo levantás”. Y yo le dije: “Sí, lo levanto porque el auto mío patina. Si no lo levanto hago peor tiempo”. Y él sentenció: “Ves, como vos estás pensando no servís, quedate acá”. Y una semana después me llamó Fangio para correr en el equipo de Mercedes Benz la vuelta a Sudamérica, que fue la carrera más larga del automovilismo a nivel mundial: 29.000 kilómetros en treinta días. Entonces pasé de un cachetazo que me dejó la cabeza girando, con mucha razón, hoy debo admitirlo, a la alegría de Fangio.

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