Nació en Chaco, tiene 25 añitos, es modelo y presentadora. Y este año fue consagrada Reina del Turismo de Carretera la categoría automovilística más convocante de la Argentina. Aquí nos cuenta su relación con los autos. ¿Cómo le habrá ido?
¿Qué es lo primero que te impacta de un auto?
Y… como mujer, la estética, más que nada. La parte del motor y las cosas técnicas son de las que menos entiendo. Sin embargo, con el tiempo pude identificar si me gusta el andar de un coche, cómo me siento cuando lo manejo. Pero, como toda mujer, entro y lo primero que me fijo es que tenga el espejito para maquillarme y todas esas cosas del interior del auto. En eso me fijo muchísimo.
¿Qué coche tenés ahora y qué significado le das?
Ahora, un BMW 116 blanco. Por mi trabajo, voy y vengo a muchos lugares todos los días. El baúl del auto se transformó en una extensión del guardarropa. Es como si fuera la prolongación de mi casa.
¿Qué tenés ahí?
De todo. Mucha ropa para cambiarme. Para alguna producción, para el gimnasio. También tengo muchas botellitas de agua y hasta cepillo de dientes. Hace poco me regalaron una conservadora para dentro del auto que está buenísima. Además me suelo maquillar mucho ahí dentro, aprovechando cuando hay luz natural. ¡Así quedan de manchados los asientos, después!
¿Te acordás en qué coche aprendiste a manejar y quién fue el que te enseñó?
Mi papá me enseñó. A los 13 años ya estaba aprendiendo. Obviamente que en el campo, en caminos internos del campo de papá. En ese momento tenía una Hilux nueva. También tenía una Hyundai, pero con esa me costaba bastante aprender porque era muy grande. Y no veía. A los 17, hasta me llevé puesto un par de postes… ese día abollé dos puertas. Entré llorando a mi casa, haciendo un escándalo, ¡mi papá pensó que había atropellado a alguien!
¿Y cómo manejás?
Confesión: me cuesta estacionar. Los primeros autos que tuve los rayé bastante (risas). Pero hoy cuido mucho el hecho de no tocar otro auto, de que no me lo rallen.

¿Creés que existe un coche con el que sea imposible levantar una mujer?
Depende de la chica. A mí, cuando un coche es extremadamente llamativo, no me gusta. Que sea farolero, jamás.
¿Por qué creés que los hombres se obsesionan tanto con los coches, hasta tal punto de convertirse en un lugar de fantasía sexual?
Es que todo el mundo mira los coches: cuando llegás a una fiesta, a un lugar en cual por ahí al hombre le significa más bajar de un buen auto… va a dar una mejor imagen de entrada. Aunque sabemos que no siempre se condice la condición social de la persona con el auto que tiene. Hay gente a la que le gusta andar en un buen coche y gasta más en eso que en su casa. Aunque yo no soy la más indicada para hablar de eso: no tengo departamento propio, pero sí mi auto (risas).
¿Te acordás de alguna historia divertida que ye haya sucedido dentro de un auto?
Una vez mi mamá se compró un auto nuevo y yo había salido a bailar con ese coche para estrenarlo, el mismo día que lo compró. Empezó a llover, pero yo estaba dentro de la disco y nunca me enteré. En un momento, salí a la calle y vi el auto: estaba estacionado en la esquina de Formosa que más se inundaba, con el agua hasta la ventanilla.
¿Qué hiciste, entonces?
Me subí al coche y empecé a andar. ¡Era nuevo, tenía menos de un día! Cuando llegué a mi casa, abrí el garaje, abrí la puerta del coche, y mi mamá me miraba y no lo podía creer. Tenía todas las luces del auto estaban en corto. De milagro no fundí el motor del cero kilómetro. Desde ahí no compramos más coches, siempre camionetas…