La serie El lenguaje de los órganos» completa la extensa problemática de los trastornos digestivos describiendo las dificultades de la asimilación a través de los intestinos, el páncreas y el hígado. «
Nuestra mirada desde el Mentoring no es una mirada desde la Medicina. Es nuestra función de Mentores encontrar las relaciones (las malas relaciones) de conducta (de mala conducta) y del funcionamiento (del mal funcionamiento) de aquellos que sufren de estas dolencias por no poder expresar sus estados de ánimo, sus dolores, sus miedos, sus vergüenzas y sus dificultades.
Intestino delgado, intestino grueso
La función principal de estos órganos es la absorción de nutrientes, para que los alimentos se descompongan en elementos más sencillos Es interesante el parecido existente entre el intestino delgado y el cerebro.
Ambos tienen una misión similar: el cerebro digiere las impresiones en el plano mental y el intestino digiere las sustancias materiales.
Las personas con afecciones del intestino delgado suelen tender a un exceso de análisis y crítica, de todo tienen algo que decir, ya que la función característica del intestino delgado es el análisis, la división, el detalle.
Uno de los síntomas que con más frecuencia se dan en la zona del intestino delgado es la diarrea. Vulgarmente se dice: “Ése se caga miedo, se hace en los pantalones”. Cagarse significa tener miedo. La diarrea es una problemática de angustia. El que tiene miedo no se entretiene en analizar las impresiones, sino que las suelta sin digerir.
No puede dejar que las cosas sigan su curso. Con ello se pierde mucho líquido, ese fluido símbolo de la flexibilidad.
El intestino grueso recibe también el nombre de cólon. Las personas que se “atacan” es por temor a liberar lo viejo que ya no se necesita. Viven con inseguridad, tienen dificultad para dejar marchar lo que está superado.
Últimamente está de moda el “cólon irritable” y no es más que el temor a relajarse, inseguridad. Por lo general, acumulan pensamientos antiguos y confusos que obstruyen el canal de eliminación. Se revuelcan en el fango del pasado
En el intestino grueso la digestión ya ha terminado. Aquí lo único que se hace es extraer el agua del resto de los alimentos indigestibles. La afección más generalizada que se produce en esta zona es el estreñimiento.
Hay una relación simbólica entre excremento y dinero, o entre defecar y dar.
Estreñimiento es expresión de la resistencia a dar, del afán de retener y está relacionado con la problemática de la avaricia. Es un un síntoma muy extendido que padece mucha gente. Indica claramente un exagerado afán de aferrarse a lo material y la incapacidad de ceder.
El páncreas
Representa la dulzura de la vida. Es el enfado y la frustración porque la vida parece que ha perdido su dulzura. La diabetes se manifiesta como una nostalgia de lo que pudo haber sido. Una gran necesidad de controlar, una tristeza profunda
El páncreas forma parte del aparato digestivo y tiene dos funciones principales: consiste en la producción de los jugos gástricos esenciales, de carácter eminentemente agresivo, y la endocrina, mediante la cual el páncreas produce la insulina.
El déficit de producción de estas células da lugar a una afección muy frecuente: la diabetes (azúcar en la sangre). El diabético (por falta de insulina) no puede asimilar el azúcar contenido en los alimentos. Sólo sustituyendo la palabra azúcar por la palabra amor habremos expuesto con claridad el problema del diabético.
Las cosas dulces no son sino sucedáneos de otras dulzuras. Detrás del
deseo del diabético de saborear cosas dulces y su incapacidad para asimilar el azúcar y almacenarlo en las propias células está el afán no reconocido de ser querido, reconocido.
La diabetes produce avinagramiento de todo el cuerpo y puede provocar incluso un coma. Estos ácidos son el símbolo de la agresividad.
El cuerpo nos enseña: “el que no ama se agria”, o formulado más claramente: “El que no sabe disfrutar se hace insoportable”.
El diabético quiere amor (cosas dulces), pero no se atreve a buscarlo activamente (“¡a mí lo dulce no me conviene!”). Pero lo desea (“¡qué más quisiera, pero no puedo!”). No puede recibir, puesto que no aprendió a dar, y por lo tanto no retiene el amor en el cuerpo: no asimila el azúcar y la expulsa.
El hígado
El hígado es el órgano de la administración. Históricamente, se le atribuyó ser la sede de la rabia y de las emociones primitivas. Los que sufren del hígado tienen como característica el hábito de quejarse. Justifican las críticas para autoengañarse. Sentirse mal. En general, son personas con resistencia al cambio. Con miedo. Con ira y odio. Son personas que viven con amargura, con pensamientos rígidos.
Hacen juicios condenatorios. Y tienen mucho orgullo.
Los trastornos y afecciones del hígado señalan una clasificación errónea de lo que es beneficioso y lo que es perjudicial (¿alimento o veneno?), ya que la capacidad del hígado para desintoxicar, presupone la facultad de diferenciación y valoración, porque quien no puede diferenciar lo que es tóxico de lo que no lo es, no puede desintoxicar
Un hígado enfermo indica que el individuo ingiere con exceso algo que supera su capacidad de proceso, denota inmoderación, exageradas ansias de expansión e ideales demasiado ambiciosos. Pero no todas son malas noticias: es el único órgano capaz de autogenerarse.
Por eso el Mentor tiene la oportunidad de ayudar a aprender a tener moderación, sosiego, continencia
La función del Mentor
Es función del Mentor ayudar a su cliente a plantearse primero estos interrogantes:
1. ¿En qué órdenes he perdido la facultad de valorar con precisión?
2. ¿Cuándo soy incapaz de distinguir entre lo que puedo asimilar y lo que es “tóxico” para mí?
3. ¿Cuándo he sido incapaz de moderarme? ¿Cuándo he tratado de volar demasiado alto (megalomanía)? ¿Cuándo “me he pasado”?
La función del Mentor es ayudar al cliente a “responder-se” a estos interrogantes. Es, definitivamente, ayudar a exteriorizar toda esta serie de trampas internas y resolverlas en forma práctica y positiva para la persona y para el medio donde se desenvuelve.
Ayudarle a aprender a tomar conciencia de sus sentimientos, afrontar conscientemente los conflictos, digerir y administrarse.
Reconocer sus deseos de ser querido, mimado, reconocido.
El Mentor trabaja con este tipo de personas para crear la seguridad y para conseguir afrontar sus problemas de forma activa y vital.