¿Tiene problemas porque el personal no le dura? ¿Le cuesta encontrar personas que quieran hacer carrera en su empresa? Pare y piense. Le damos algunas ideas.
Mientras escribo esta nota vienen a mi mente los comentarios realizados por el ministro de Economía, Roberto Lavagna, respecto de la baja sensible en el número de pobres en la Argentina, de la mano de la mejora en la economía. La información no puede ser más cierta, “los números no mienten”, dicen algunos.
Lo que debemos analizar es si estos indicadores afectarán nuestro negocio, tanto por la mejora del consumo de nuestros productos y servicios como desde la óptica de los recursos humanos.
Es claro que la salida de la indigencia de muchos no traerá una mejora de las ventas en un mercado como el automotriz o el autopartista. No hay correlación entre ambas variables. Lo que sí tiene una relación más estrecha es la mejora de los ingresos de la clase media, que son sin duda nuestros consumidores.
Ahora bien, de la mano de la mejora en el consumo, lo que constituye una muy buena noticia para todos, aparece una competencia por la gente, por nuestra gente. Es en este momento en donde toda la euforia por la mejora en las ventas o en los pedidos se ve reducida por la salida de nuestros “más valiosos” empleados, debido a mejores ofertas de otras compañías.
¿Y la lealtad?, ¿y el amor al trabajo?, ¿y la camiseta que tenían puesta? ¿Qué pasó?
Por todo esto, decimos, pare y piense. Le damos algunos datos para reflexionar sobre lo que pasó y anticiparse para que no vuelva a ocurrir.
El mercado laboral funciona igual que otros mercados maduros (es decir crecidos y de cierto volumen). La oferta y demanda es uno de los elementos que lo conforman y que le imponen un ritmo.
-¡Justo se fue el más valioso! -me decía un empresario amigo, quejándose de la salida reciente de un excelente y leal cajero, que lo había acompañado durante casi cinco años.
-¡Claro! -le dije- Siempre te van a robar al mejor. Y tratarán de ofrecerle algo que vos no le estás dando en estos momentos.
Las relaciones entre las personas hay que pensarlas y, si es preciso, reinventarlas de manera permanente. Esto vale para con nuestros amigos, pareja y, por supuesto, empleados. No debemos dormirnos asumiendo que todo está bien.
-¿Qué fue lo que te pasó? -le pregunté a mi amigo, sabiendo que tenía escasas posibilidades de consolarlo.
-La empresa X me lo robó -en realidad utilizó otros términos poco apropiados para este medio.
Mi respuesta no se hizo esperar: “Te lo dejaste robar”.
Efectivamente mi amigo no había hecho lo que todo dueño, gerente o jefe debe hacer: pensar en la gente que tiene a cargo. Pensar por dónde pasan sus preocupaciones, sus necesidades, sus deseos y anticiparse al pedido o posterior reclamo. La gente se siente muy bien cuando sabe que alguien se preocupa por ellos. Se siente mejor, más acompañada y disminuye el reclamo posterior.
Es claro que todos los individuos reaccionan de manera diferente y, aunque parezca discriminatorio, no debemos invertir la energía en todas las personas por igual. Hay empleados que uno quisiera que se vayan de nuestras empresas lo antes posible. Una cosa es la relación entre personas y otra entre empleados. Parece una dicotomía, pero en realidad no lo es.
En el ambiente de los negocios conviene poner el foco en aquellos empleados más valiosos y protegerlos para que no se vayan. Es probable que esta tendencia se incremente y tengamos que buscar mejores formas de hacer que se queden.
-No lo tomes como algo personal -le decía a mi amigo, mientras le ayudaba a revisar el estado de las cobranzas luego de la salida rápida de su empleado-. Carlos se fue para buscar algo mejor, y en todo caso deberías vos evaluar qué cosas hiciste y qué no hiciste para estar en esta situación.
Creo que fui muy duro con él. No sólo por la cara que puso. También me pegó en el partido de fútbol del sábado siguiente.
