Gracias a la alineación, el impulso, la resiliencia y la colaboración, una plantilla puede mantener una línea de excelencia óptima permanente para seguir creciendo y evolucionando.
¿Qué diferencia tienen los equipos comunes con los llamados de alto rendimiento? Básicamente, que los primeros pueden alcanzar de a tramos desempeños extraordinarios, aunque no como una constante. En ese punto se asemejan más a un grupo que a un equipo. Los de alto desempeño mantienen una línea de excelencia óptima permanente, y se autodesafían a seguir creciendo y evolucionando.
Y entonces, ¿qué hace que un equipo sea verdaderamente excepcional? La respuesta se encuentra en un enfoque estratégico que aborda cuatro aspectos fundamentales: alineación, impulso, resiliencia y colaboración. Estos pilares, cuando se aplican eficazmente, no sólo aumentan la productividad, sino que también promueven un ambiente de trabajo positivo y proactivo.
En este artículo vamos a explorar cómo implementar estos principios para transformar equipos y alcanzar metas ambiciosas.

1-Alineación:
La alineación asegura que todos los miembros del equipo compartan una visión y misión común, lo que los motiva hacia un objetivo claro.
Misión y Visión: establecer un propósito claro que inspire y guíe a todos los integrantes. Buscar que el personal se identifique con esta misión y visión, en la mayor de aspectos posibles.
Planificación estratégica: diseñar un plan de acción que articule los pasos necesarios para alcanzar los objetivos. La claridad y definiciones contundentes del rumbo son esenciales para lograr la cohesión y unión de voluntades para alcanzar el resultado.
Valores: definir y comunicar los valores fundamentales que guiarán las decisiones y comportamientos del equipo.
2-Impulso:
El impulso se refiere a la energía y al liderazgo que impulsa al equipo hacia adelante. Es más: siempre comparto como coach ejecutivo que el impulso necesita ser hacia adelante y hacia arriba. Puedes lograrlo articulando estos tres aspectos:
Liderazgo y distribución: asignar roles de liderazgo claro y fomentar la autonomía dentro del equipo.
Gobernanza y rendición de cuentas: establecer estructuras de gobernanza que permitan la responsabilidad y la toma de decisiones eficiente. La gobernanza se refiere al conjunto de procesos, reglas y prácticas mediante los cuales se dirige, controla y supervisa una organización para asegurar su eficiencia, transparencia y cumplimiento de objetivos estratégicos. Son también factores esenciales de la cultura empresarial.
Roles y responsabilidades: definir y comunicar las responsabilidades de cada miembro para evitar confusiones y solapamientos. Buscar diseños de líneas de sucesión en puestos, para evitar discontinuidades en la operación.
3-Resiliencia:
Un equipo resiliente puede adaptarse y superar los desafíos que surgen en el camino.
Preparación para el cambio: capacitar al equipo para ser flexible y adaptable ante nuevas situaciones. Esta transformación requiere a veces de cambio de mentalidad, empresarial y en cada miembro colaborador.
Conocimiento y habilidades: fomentar la formación continua para que los miembros desarrollen habilidades relevantes.
Gestión de conflictos: el disenso siempre es bienvenido en los equipos de alto rendimiento; aunque si se presentan conflictos, lo ideal es implementar estrategias efectivas para resolverlos de manera constructiva. Por ejemplo, las herramientas de comunicación asertiva y de negociación en la escala del equipo podrían ser sumamente útiles para que los conflictos no escalen a niveles mayores.
4-Colaboración:
La colaboración efectiva es la base para un trabajo en equipo exitoso. Se relaciona con el apoyo, la red de contención, el soporte mutuo y el acompañamiento tácito o explícito de líderes, y de cada miembro, en un ida y vuelta virtuoso.
Cultura: promover una cultura de confianza y apoyo mutuo donde cada miembro se sienta valorado.
Información en tiempo real: garantizar que la información fluya de manera abierta y eficiente dentro del equipo. Evitar disconformidades y resolver las conversaciones difíciles en el menor tiempo posible, sin postergarlas.
Infraestructura social: crear oportunidades para que los miembros se conecten y fortalezcan sus relaciones interpersonales y que, en el tiempo, puedan conocerse más allá del ámbito profesional, si a cada uno le parece pertinente.
3 primeros pasos
Si deseas convertir equipos a su más alto desempeño, necesitas saber que se trata de un proceso minucioso, con precisión quirúrgica, y sostenido en el tiempo. Aquí tienes una breve guía para arrancar:
1 – Definir y comunicar la visión del equipo: comienza por asegurarte de que todos comprendan la misión y los objetivos del equipo. Esto proporciona un propósito común y motiva a los miembros a trabajar hacia la misma meta.
2 – Fomentar la participación activa: involucra a todos los miembros del equipo en la toma de decisiones. Esto no sólo aumenta el compromiso sino que también aprovecha la diversidad de perspectivas y habilidades dentro del equipo. Arbitra consensos, abre la puerta a los aportes individuales, y considera puntos de vista que, tal vez por los puntos ciegos del liderazgo, no habías contemplado.
3 – Reconocer y felicitar: otro punto estratégico es reconocer y felicitar como práctica habitual. En este sentido, utilizar el feedback y el feedforward (feedback hacia el futuro), será sumamente útil para nivelar y entusiasmar más a las personas, a la vez que facilitas instancias de desarrollo. Piensa también en recibir feedback, no sólo darlo, ya que, de esta forma, creas equipos colaborativos más horizontales.
4 – Implementar reuniones de revisión regulares: sin abusar y haciéndolas con total efectividad y corta duración, realiza reuniones periódicas para revisar el progreso y ajustar las estrategias según sea necesario. Sugiero que estas reuniones sean abiertas y centradas en la mejora continua, permitiendo que todos expresen sus ideas, desafíos y sean conscientes de los niveles de avance o retroceso que pueda tener el equipo.
Como has visto, construir un equipo de alto rendimiento no es un accidente; es el resultado de una planificación estratégica y una ejecución cuidadosa. Y todo comienza no en los colaboradores, sino en un liderazgo consciente y comprometido con el éxito colectivo.
Daniel Colombo
Facilitador y Máster Coach Ejecutivo especializado en alta gerencia, profesionales y equipos; mentor y comunicador profesional; conferencista internacional; autor de 32 libros. LinkedIn Top Voice América Latina. Coach profesional certificado por ICF en su máximo nivel, Coach certificado, Miembro y Mentor en Maxwell Leadership, el equipo de John Maxwell.
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