El presidente de Renault, Carlos Ghosn, y el de su socio chino Dongfeng, Zhu Yanfeng, levantaban los dos pulgares como muestra del acuerdo que significa el desembarco del grupo francés en el primer mercado mundial del automóvil con una inversión inicial de 870 millones de euros que llegará a 1.200 millones en una segunda fase.
De la línea de montaje situada en la nueva ciudad del centro de China han salido ya las primeras unidades del modelo Kadjar, que hasta ahora se producía en exclusiva para todo el mundo en Palencia. La previsión de la compañía es producir unas 65.000 unidades del todocamino (SUV en sus siglas en inglés) durante este año y llegar probablemente a 150.000 en el 2017 incluyendo un nuevo todoterreno urbano y un modelo eléctrico.
Son los primeros pasos de lo que el presidente del grupo Renault, Carlos Ghosn, ha calificado como el objetivo de lograr una “profunda implantación” en China, un mercado “estratégico” para el crecimiento de la multinacional francesa.
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