Habla de su relación con los autos, el mundo del automovilismo y su otra pasión: el periodismo. Un personaje imperdible.
-¿Cómo fueron sus comienzos?
-Entré en La Nación como cronista volante de rugby. Pero me gustaban los autos, así que en poco tiempo ya estaba cubriendo automovilismo. Después pasé a El Gráfico en donde estuve hasta 1967
-¿Pero usted iba a ver carreras antes de ser periodista? ¿Era loco de las carreras?
-Si ya iba desde la inauguración del autódromo y antes, por supuesto.
Mi hermano mayor era fanático de los autos alemanes de la preguerra, los Porsche, los Mercedes Benz. Y después ya claro, empezó la actividad en el ´45 y ya empecé yo también a leer, a comprar autitos y revistas. Tengo cientos de autitos de colección. Por ejemplo, tengo en escala todos los autos con los que corrió Fangio
-¿Y de acá de quien era fanático en su juventud? De corredores. ¿O era ya periodista y era objetivo?
-Y… me hice muy amigo de Jorge Cupeiro, cuando empecé a trabajar ya en El Gráfico, una amistad que todavía conservamos, familiar. También con Pairetti. La década que mas intensamente viví fue la del 60 y una parte del 70. Como era exclusivo de El Gráfico por casa pasaba poco. Y vivía con los pilotos, comía con ellos, salíamos de farra con ellos.
-Pero también cubría lo que pasaba fuera del país.
-Me mandaban a Europa y estaba recorriendo de un país a otro durante 40 días. Seguía a Reutemann pero también hacía otra clase de notas, las que surgieran relacionadas con el deporte. Ya después en los ´80 me metí de lleno con la conducción de noticiero, entonces tuve que dejar la parte deportiva casi por completo. Igual me seguí informando porque me gusta y sigo comprando todas las revistas norteamericanas más conocidas.
-¿Y qué momentos del automovilismo más recuerda?
-Creo que han quedado las veces que fui a Indianápolis, las veces que fui a Daytona. Creo que el espectáculo más grande del mundo es la largada de Daytona.
-¿Por qué le gusta más el automovilismo internacional?
-Después de la década del ´70 en la Argentina las cosas cambiaron. Empezaron a modificar los autos y llegaron los prototipos. Se perdió un poco el sabor folklórico.
-¿Y qué piloto de afuera le encantaba como manejaba?
-Había varios. Pero uno estaba deslumbrado con el recuerdo de Fangio.
-¿Fangio fue tan grande como lo fue?
-Sin ninguna duda. Habré conocido gente, pero es el único tipo sabio realmente en esto. Con una intuición propia, personalidad, un tipo señalado. Era totalmente distinto a todos los demás. Con un carácter muy especial. Muy reservado. Muy gaucho. Con todos sus egoísmos, su sencillez, su desconfianza permanente, su simpleza, la buena conducta a muerte. Atentísimo para atender a la gente fuera el rey de Inglaterra o el último chiquilín de 10 años. Le enseñaba a los ingenieros por intuición.
“Yo probaba todo”
-¿Y se subió a correr algún auto usted?
-Yo siempre subí como acompañante. En carreras no. Pero yo probaba todo. Según el piloto. Subí con Copello, con Di Palma, con muchos.
-¿Pero no le picaba el bichito de probar?
-No. Yo no me calentaba, yo trataba de hacer bien mis cosas y enterarme de la mayor cantidad de cosas. En el invierno pasado me llamaron de BMW. Reeutemann iba a aprobar el M5 en el autódromo y querían que yo hiciera de manera exclusiva esa cobertura. Así que anduve varias vueltas con el M5 con Reutemann que manejó descalzo porque con los borceguíes no podía.
-¿Y usted que auto tiene?
-Tengo un Honda Accord el 94.
-Del 94. ¿Nunca taxi?
-Nunca taxi. Se lo compré a Cupeiro. Es un auto espectacular
-¿Y cual fue su primer auto, se acuerda?
-En el año 63, un Fiat 600. El 600 fue el mejor auto que se hizo en el país. Después el 1500. Después fue el 125, después el 403, 404, 505. Tuve un Ford importado que me lo vendió Jorge una cupe con cambio automático y aire acondicionado.Y después ya empecé con los japoneses pero enseguida me compré el Honda.
-¿Es cuidadoso con los autos?
-Si. Los autos míos están nuevos. Al Accord, una cola de tipos me lo quieren comprar.
-¿Y tiene un mecánico de confianza?
-Si. Roberto un yugoslavo, 70 años. Fue preparador Y todavía tiene el tallercito en Libertador al 500, en Vicente López. A él le gustan mucho Mercedes Benz y BMW. Autos que sean japoneses o nuevos no toca. Además se ha quedado sin trabajo. Porque ahora van con el monitor, le cambian la placa electrónica y ya fue. Antes tenía que inventar más piezas, le encantaba probar. Por ejemplo les pone los discos de freno sin sacar las ruedas con un invento que hizo él.
Ya no quedan de esos mecánicos. No hay por que además se cagan de hambre. No hay autos viejos y el que lo tiene no puede pagar un mecánico. Ahora llevo un auto a uno que es caro, y si el auto es nuevo peor. Además los autos de ahora no se rompen.
“Odio que los argentinos manejen”
-¿Y como es usted manejando, siempre cuidadoso?
-Si, muy correcto. Me gusta andar ligero pero siempre muy correcto.
-¿Y que odia de los Argentinos manejando?
-Que manejen. Manejando afuera, en los Estados Unidos, uno aprende. En Alemania que no hay límite de velocidad: por la izquierda van a 220, 240 y se terminó. No frena nadie y si usted no lo ve por el espejito es boleta. Así que se van ocupando los carriles de la derecha. Y acá hago lo mismo, si yo voy rápido voy generalmente por el segundo carril porque voy a 130 que es lo que permite la disposición. Con simplemente respetar las ordenanzas de tránsito en el centro andaríamos mucho mejor. Cosas simples, como respetar la derecha, no estacionar en segunda línea.
-¿Era calentón cuando manejaba?
-Sí. Cuando no manejo también. Estoy con médico y todo. Me dan cosas para frenarme.]]>