La crisis de los 50+

Tanto hombres como mujeres han pasado, atraviesan o llegarán a afrontar la  percepción de que algo está cambiando en su interioridad y con sus relaciones, la célebre crisis de la edad media de la vida.

 

 

Hasta hace pocos años, mis artículos dedicados a las dificultades, gozos y logros de las personas de alrededor de 40 años, los enrolaba bajo el mismo epígrafe: la crisis de la edad media de la vida. Hoy les presento un nuevo fenómeno, la llamada crisis de los 50+, que incluye también conceptos para los que peinan los 60+.

Hace unos años la tasa media de la longevidad se situaba en los 80 años, un fenómeno propio de países desarrollados. La esperanza de vida, es decir, los años que un recién neonato puede esperar vivir según las factores de riesgo imperantes en el momento de su irrupción al mundo, mantenía una tendencia alcista a lo largo de toda su vida. Estoy refiriéndome, por supuesto, a un promedio de vida física, debido a que un porcentaje de estas personas que llegaban a ese umbral, adquirían enfermedades neurológicas que inhabilitaban su vida social y laboral.

La esperanza de vida no está ligada con la esperanza matemática del número de años que vivirá realmente una persona, sino que se mide por países, teniendo en cuenta epidemias, muertes tempranas, calidad de vida global.

En los círculos que usted lector, y yo, frecuentamos, la realidad de la longevidad es un hecho que nada tiene que ver con “la esperanza de vida”.

 

Juventud eterna

 

En nuestros países estamos frente a un fenómeno extraordinario llamado longevidad. Quien ha llegado a ser mayor, lo hace hoy con un espíritu y una mente extraordinariamente joven. Porque no somos longevos por casualidad.

¿Cuántos de nosotros tomamos vitaminas? ¿Cuántos, preventivamente, por acción u omisión del médico, con el boca a boca y con la publicidad de los laboratorios, empezamos a autocuidarnos? Con medicamentos sin recetas. Antigripales, vitaminas, anti age o suplementos nutricionales. Si hablamos del stress. ¿A cuánta gente le ayudó el Viagra en su momento?

La gente no le teme a la muerte, porque esto está preestablecido desde el nacimiento y su inexorabilidad es un saber universal. Lo que la gente teme es a morir sufriendo.

Nuestro propósito es, por lo tanto, llegar a una vejez en la que puedas seguir aprendiendo con plenitud de facultades, cada vez más y más longevos y siempre vitales, manteniendo viva la capacidad de asombrarse y de actuar.

La longevidad es la mejor noticia de tu vida, y si no conllevara dependencias ni deterioros y si pudieras alejarte de la decrepitud estarías viviendo en plenitud, cerca de la felicidad y el éxito.

Por eso, este artículo está dedicado a los que van a llegar a vivir cien años, a los futuros longevos que tienen la particularidad de estar viviendo actualmente su propia edad media de la vida.

Les hablo en estos tiempos, a las personas de cincuenta, sesenta años de

edad cronológica, que a la sazón comienzan ya a recorrer la mitad de su vida futura. Recuerda Borges: “Hay personas que buscan la inmortalidad y se desesperan porque no saben qué hacer durante una hora”.

 

La crisis de los 40

Hace tiempo ya que me consultó gente de alrededor de los cuarenta años con ataques de pánico, ansiedad y angustia y la sensación de no pisar suelo seguro. Entrados en tratamiento, les quedaba claro que tal crisis se produjo porque habían “descubierto” la finitud de la vida.

 

Empezaban a registrar que, si bien ya estaban asentados en un trabajo, ya sea un emprendimiento o fuere un recorrido profesional, una apreciable cantidad de sueños, mandatos y planes para su vida futura ya no se iban a poder cumplir, simplemente porque habían elegido un camino y no tenían ni el entusiasmo ni el brío, sumado al riesgo de quedarse anquilosados, incluso, en el proyecto de sus vidas.

En aquellos momentos, hace una década, venían a mi para ayudarles a salir de la estupefacción y la parálisis, y sobre todo, de la sensación de frustración con la que convivían. Por supuesto que con cada uno de ellos encontramos salidas creativas, y la vida siguió su curso.

Hoy, es vox populi y un concepto tan adquirido que cualquiera que esté llegando a las cuatro décadas y se encuentra desasosegado, inmediatamente nombran las palabras mágicas: “es la crisis de los 40” y lo repiten y repiten como un mantra.

Esta situación de crisis, finalmente, la transitan (no la evitan, porque es imposible), y quedan justificados ante propios y ajenos y a la vez justificados ellos mismos porque, qué ser le va a hacer, es la crisis de la edad media de la vida. Sus pares, sus afectes, su entorno, todos lo comprenden porque ya es un concepto arraigado y estar “mal” está socialmente aceptado.

Finalmente la crisis, como todas las crisis, termina su ciclo, y deja lugar a nuevas oportunidades, nuevos acuerdos familiares, profundización en los saberes, oficios o profesiones, y en fin, tal como pontifico en el primer diagnóstico y suelto a todos: bienvenida la crisis. Ha llegado la hora del cambio.

Lo que se les atraviesa y cuesta metabolizar durante varios años es la sensación de ser eternos, porque ya han descubierto que son, como todos, seres finitos, mortales.

Aunque parezca paradójico, estar enterado fehacientemente de que algo va a suceder tranquiliza el espíritu. El músculo duerme y la ambición descansa.Y aquí entramos en el tema de nuestro interés.

 

La crisis de los 50 ya esta aquí

Opino firmemente que hombres o mujeres, en esencia personas, han pasado, están cursando o llegarán a atravesar la crisis de la edad media de la vida.

De esto no se salva nadie. Hay quienes tuvieron la percepción de que algo estaba cambiando en su interior y en sus relaciones, y al darse cuenta, acudieron a una ayuda profesional, que los acompañó en el proceso de atravesar la crisis, entonces pudieron integrarla y crecer interna y externamente.

Comprendieron, consciente o inconscientemente, que el mundo no se terminó, y nadie se enfermó, y a nadie lo operaron de esta crisis, sino que la crisis fue una curva, que comenzó, llegó a su apogeo y se fue extinguiendo, con el advenimiento de fuertes cambios. Cambios desde los más banales a los más profundos.

Decía que quien tuvo la virtud, la ocasión, la suerte, de pasar por ese estado de tierra de nadie, hoy puede atreverse a pisar fuerte en el camino al futuro.

No será un camino de rosas, pero será absolutamente transitable, porque no le asustarán los cambios, ni pensará que los cambios son para toda la vida y no meros episodios, y que estará en el mejor momento de su vida para observar desapasionadamente hacia dónde elige ir.

Aquellos que pudieron cambiar, y no de la noche a la mañana, sino cada día, cada semana, cada mes, cada año, comenzarán a cosechar los frutos de estas acciones y la llegada a los 50 años de edad cronológicos no será más que un hito en sus historias.

A este decenio lo denomino 50+. Acabo de nombrar 50 años de edad cronológicos. Existe acaso otro tipo de edad gracias a la medicalización de la economía, el proceso por el cual se pueden comprar libremente en cualquier tienda o supermercado, productos para mantener la piel rozagante, cepillarse los dientes con pastas dentales que van más allá de la limpieza, vitaminas, herramientas antistress, relajantes musculares, etcéteras.

Hay muchas personas cuya vitalidad logró que se quedaran en años pretéritos en los que había signos inequívocos de la edad: un aspecto para los 15 años, otros tantos para los 30, nuevas composturas para los 40. Por eso hoy evalúan a una persona que cumple los 50 años diciendo parece que tuviera diez años menos por su aspecto.

Nuestro cumpleañero/a tiene la sensación de que tiene entonces una edad menor a “como debería verse” a su edad. ¿Cuántos años cumplió realmente?

¿Tiene que contar desde que nació? ¿Creerle a quien le regala años?¿creer en la percepción de su propio cuerpo y mente? Entonces ¿cuantos años cumple cuando cumple 50 años?

Es verdad que este desfasaje lo genera nuestra expectativa actual de llegar a ser una persona longeva. Hasta hace poco algunas personas medían su edad con un centímetro: viví 50 cm de mi vida y me faltan 50 años menos.

Es decir, medían por la desesperanza, por la fatalidad de haberse “gastado” media vida y con el final cada vez más cerca. Lo que no se dan cuenta los optimistas y los agoreros es que a los 50 años recién comienza la vida.

La que vamos a vivir en plenitud con nuestro bagaje, que jamás se va a perder y agregaremos saberes de nuestro tiempo.

En una segunda parte, que ya llegar a manos del lector en el año 2020, desarrollaré ideas productivas para personas de 50+ y de 60+. Este mix de experiencia adquirida en la búsqueda de nuevas experiencias que están al alcance de nuestra mano, con la inmensa cantidad de saberes que nos ofrecen cada día los sistemas de comunicación actuales. Les invito a vivir plenamente como si fuera nuestro primer año de vida.

 

En Barcelona, Diciembre de 2019

 

Ernesto Beibe

Mentor

Tel/whatsapp +34 628 698 809

www. Ernestobeibementor.com

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