La empresa bipolar

Quienes padecen este trastorno comienza un proyecto con mucho entusiasmo, pero tiende a perfilar una conducta de cansancio progresivo. Esto no se debe tanto a la fatiga, propia de un esfuerzo, como al aburrimiento que le provoca la rutina y el fin del entusiasmo.

 

Hoy sí, mañana no. A cada paso, en mi profesión de Mentor, encuentro más empresarios bipolares que los que la estadística da cuenta. La bipolaridad es un desorden caracterizado por cambios extremos de ánimo, energía y habilidad para funcionar.

Los cambios de ánimo ocasionados por la bipolaridad son diferentes de los decaimientos normales. Los llamamos estados de manía y de depresión. Y como las empresas son la proyección de la mente y conductas de sus fundadores, consecuentemente, sus empresas o profesiones también serán bipolares. A muchos ya no se los ve, porque se los tragó la nada, camuflada como crisis macroeconómica, escasez de ventas, problemas con los proveedores, clientes refractarios, en fin.

La realidad es que el bipolar comienza una empresa con mucho entusiasmo, pero tiende a perfilar una conducta de cansancio progresivo. Esto no se debe tanto a la fatiga, propia de un esfuerzo, como al aburrimiento que le provoca la rutina y el fin del entusiasmo. De modo que, cada tanto debe detener su actividad y hacer otra cosa para tratar de alejar esta sensación ya que, cuando lo invade, siente que es un escenario que lo aplasta y del cual no puede escapar. No se trata, por ejemplo, de falta de disciplina sino una necesidad de estimulación renovada y siempre creciente que, en caso de faltar, lo hunde en el tedio y el desinterés. Pero no en la depresión, simplemente porque cuando aparecen estos síntomas, es porque la fase de depresión ya opera en su ser.

 

Siempre en el extremo

Manía y depresión son los dos extremos de la enfermedad. En el primer caso,  cuando la energía llega a su máxima cota, para convertirse en euforia o irritabilidad. En el segundo, cuando aparece el letargo y el estado de ánimo es gris. El bipolar cambia rápidamente de postura frente a sus proyectos, le cuesta mantener relaciones profundas con ellos y durante mucho tiempo. Es muy usual encontrar en las historias de estas personas numerosas experiencias de cambio laboral y vocacional. Esto se debe, en parte, a la búsqueda de la diversidad de experiencias como un alimento importante para el alma, y a la tendencia a construir vínculos disfuncionales, enredados, tormentosos y atribulados, tanto con sus empleados como con tareas y emprendimientos.

 

El fulgor de la brillantez

Las personas bipolares son divertidas cuando están en un momento de manía, pero pueden deprimirse notablemente, y a esta emoción la llamarán tristeza. Se da una regla muy generalizada: se les atribuye ideas brillantes, pueden crear negocios de la nada, con soluciones muy fáciles de resolver, suelen ganar mucho dinero de manera fácil en el momento de la manía, así como también comienzan a gastarlo y se endeudan cuando entran en momentos de depresión. Un bipolar puede armar no sólo un sinfín de negocios, sino varios al mismo tiempo, y como a nuestra sociedad le cae en gracia la manía, la acepta, le permite y alienta a expresarse, lo invisten como un hombre de éxito (lo que es así sólo por un periodo), pero cuando inevitablemente llega el deterioro, todos se convierten en acreedores, porque lógicamente se sienten estafados, más que por el dinero, por no haber estado a la altura de sus apuestas y expectativas.

Ocurre que, al inicio, las nuevas propuestas asumen una intensidad que decae a poco de andar, como si en el transcurso del tiempo decayera la motivación. La creación y el desarrollo de sus empresas les provocan mucha efervescencia, pueden llegar a ser explosivos y sin transiciones.

Van a remolque de esa intensidad y son rehenes de su duración. Las personas bipolares, en rigor, poseen una gran propensión a destruir, con sus comportamientos, todo lo que construyen, sean vínculos afectivos, o bien desarrollos profesionales o laborales. Pero esto no los convierte en delincuentes ni enemigos sino en personas enfermas, con el agravante de que ni ellos tienen registro de la enfermedad, ni los que lo rodean, porque es una enfermedad sigilosa que ataca en silencio, hasta que llega inevitablemente el caos de cada final. Digo cada final, porque a fuerza de un dolor psíquico interno, el bipolar recomenzará una y otra vez su camino de creación-destrucción, y es interesante como cada vez consigue asociar nueva gente a esta lucha sin fin. Sin embargo, es frecuente encontrar, en sus relatos, un reconocimiento de que sus actitudes y obras fueron las causantes de sus pérdidas, tanto materiales como anímicas. Incluso que muchas veces podían visualizar con anticipación el resultado final desastroso de sus actos, pero que, aun así, no podían detener la compulsión a la repetición que los guiaba.

Los bipolares cargan un sentimiento autodestructivo que, seguramente, está enlazado con la herida en la autoestima y la valoración personal que es como si sus conductas expresaran: “Nada puedo tener, porque de nada soy merecedor”. Esto conlleva mucho sufrimiento y penurias, soledad, dificultades materiales y de inserción social, que perjudican tanto a sus empresas como a su familia y a la propia vida, porque más de uno se encuentra alguna vez con la idea del suicidio, o generan en sus cuerpos enfermedades graves con vivencias dolorosas e irreparables.

Incomprendidos

Otra faceta interesante de las personalidades bipolares es la de estar convencidos de que nadie puede entender los males que los aquejan y, por lo tanto, que no hay quien pueda ayudarlos, y eso es verdad, y es por eso que es imprescindible un profesional que los asista, los comprenda y los acompañe.

La razón de la creencia de que no existe persona que pueda entender los motivos del «desastre de sus vidas» se debe, en parte, al hecho de que son ellos los primeros que ignoran las causas. En algunas oportunidades esto los conduce a excluirse y en esa decisión no están gobernados por sentimientos de orgullo o superioridad, sino arrastrados por una sensación de desarraigo y desconexión. La sensación de no pertenecer se ha convertido, para el bipolar, en un círculo vicioso. Hay otro aspecto de este problema que se debe considerar con cuidado. Se trata de que el bipolar vive la realidad que piensa como verdadera. Ahora bien, los sueños de los bipolares no son ficciones para ellos, y las imágenes mentales que los forman tienen existencia concreta pero muy difíciles de poner en palabras. Para poner en cauce sus empresas buscan todo tipo de asesores empresarios, que no hacen más que acompañarlos con soluciones “técnicas” en la manía y abandonarlos en la depresión. Sólo aquellos profesionales que pueden ayudar a bucear en su inconsciente, acompañar sin criticar, entender que el problema no comienza en la empresa sino en la cabeza del empresario, darle tiempo, ayudarle a remendar y reformular situaciones de deterioro en sus relaciones con la gente, con los negocios, con el mundo, esos son los que van a poder ayudarle realmente a traerlos a la realidad. Este rol es el del Mentor. Revise sus propios actos, mire a su alrededor, seguramente encontrará colegas, familiares, amigos empresarios que están sufriendo, y si usted comprendió mis palabras, sabrá como poderlos encaminar.

 

Desde Barcelona, noviembre de 2020

Ernesto Beibe

Mentor

ernesto.beibe@gmail.com

whatsapp +34628698809

www.ernestobeibementor.com

 

 

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