La llegada de los 50+

En continuidad con el número anterior, esta columna vuelve a analizar las nuevas percepciones sobre la crisis de la edad media de la vida, tanto para hombres como para mujeres.

 

 

 

Todos saben cuando comienza la juventud

pero nadie puede decir cuando termina…

y a la inversa nadie puede decir cuando comienza la vejez,

pero todos saben cuándo y por qué ella se termina

Michel Billé, sociólogo. Autor de “La Tiranía del Envejecimiento” (2010)

 

 

Digo que hoy estamos de festejo, porque este es el encuentro 201 con mis lectores de Aftermarket en quince años de vigencia de la revista. Los años, de pronto, pasaron de ser quiméricos e insondables a genuinos y radiantes. Hasta mis cuarenta años de edad cronológica, cuando ya había pasado por distintos oficios y profesiones, sentía mi cuerpo y mi mente como una persona vieja, de 70 años.

Me preguntaba entonces, como si apelara a una fábula de cuento escandinavo, cómo sería realmente una persona pasadas las siete décadas. Ahora que llegué a los 76, según consta en el Registro Civil, puedo demostrar que ser viejo a los 70 era, simplemente, un mito. Hoy puedo reírme gozoso de esa especulación temprana porque paradójicamente, cuando ya pasé ese límite, me siento como una persona de 40 años.

Muchos de ustedes, queridos lectores, sentirán que están transcurriendo estos compases tal como yo los describo, otros ya habrán pasado por estas etapas y otean de refilón con mirada irónica mientras que algunos quedan avisados de que pasarán inexorablemente por esas rumiaciones.

 

La base está

Expresé en alguna ocasión que quien tuvo la virtud de pasar por un estado de “tierra de nadie” hoy puede atreverse a pisar fuerte en el camino al futuro.

Y esta frase es válida para cada pasaje de estadíos, y digo estadíos para no decir edades, porque esta última palabra puede confundir.

Gracias a la longevidad, divina expresión, y a la esperanza de vida, existen desfasajes en la ¨percepción¨ de las edades, y utilizo este término porque la percepción refleja la realidad interna y no precisamente las edades que declama el calendario.

Es común que una persona que haya superado el umbral de los 75 años de edad cronológica sea percibida desde afuera como una persona quince años menor. Es decir, que lo demás piensan que a lo sumo porta 60 años sobre sus espaldas. Para colmo, el propio longevo siente que tiene otros diez años años menos que los que avisa su documento, situándose en una edad subjetiva de 50 años.

A través de estas impresiones aludo al espíritu emprendedor, a la sensación de bienestar, el registro de que cada momento que pasa tiene más peso especifico, mayor hondura, más relieve, y que tiene “realmente” más tiempo de vida, y la intensidad y la paciencia con la que se despierta cada día.

 

Había una vez

Cuando evoco mis 40 años doy fe de que me encontraba en una encrucijada de la que me era muy difícil salir, cuando cayó en mis manos un articulo cuyo título era La muerte y la crisis de la mitad de la vida, un concepto desarrollado por un psicoanalista llamado Elliott Jacques.

Fue tal la influencia que tuvo sobre mí, en la desesperanza propia de la mitad de mi vida, que hasta hoy utilizo con mucho éxito algunas de sus reflexiones con mis clientes de entre 45 a 55 años, que en estos tiempos están cursando la edad media de sus vidas.

El articulo de marras está escrito en el año 1966, de ahí que Jacques coloque la mitad de la vida en los 35 años, cuando la gente de 70 años ya cursaba la “tercera edad”. En estos 50 años que han pasado desde entonces la expectativa de vida aumentó de tal manera que hoy una persona de 70 años adicionó por lo menos veinte años más de vida, con lo que el concepto de tercera edad no existe más, y la mitad de la vida se ubica desde los 45 a los 55 años.

Es una etapa crítica en el desarrollo tanto de hombres como de mujeres, porque toman conciencia de la finitud de la vida y que muchos sueños y expectativas no van a tener la posibilidad de desarrollarse.

Esto, que parecería un duelo por las ilusiones perdidas, permite a la persona que cursa esta edad aggiornarse y de cara a una cantidad enorme de nuevas profesiones y oficios, ubicarse en los nuevos modelos que propone la actualidad, con lógico enriquecimiento e inserción en la realidad.

 

Nunca es tarde

Estas realidades las ejemplifica la historia. El compositor Johan Sebastian Bach, que fue organista hasta los 40 años, momento en que comenzaron sus realizaciones colosales como creador. El pintor Francisco de Goya, por su parte, encontró su camino en la pintura recién a los 43 años, su colega Gauguin fue empleado de banco hasta los 39 años, edad con la que comenzó a pintar. El escritor José Saramago publicó su primer libro a los 52 años y por último, Erik Satie padre de la música moderna, empezó su andadura a los 35 años.

Este cuadernillo fue para mí una tabla de contención, de tal manera que mi carrera de Mentor comenzó a los 45 años. Al día de hoy llevo 31 años ayudando a personas de la edad media de la vida, ubicadas alrededor de los 50 años, a tener paciencia y contención mientras vamos buscando juntos una salida creativa para su posicionamiento en un nuevo proyecto de vida y una manera de encarar la vida en su entrada a la adultez.

Se trata, en cierta manera, de un renacer, pero con la ventaja de una cantidad de experiencia de vida acumulada, y sin las desesperanzas y las urgencias propias de las adolescencias tardías.

 

Tiempo de recambio

Es verdad que en nuestro tiempo el índice de separaciones y divorcios de las parejas aumentaron en forma meteórica, algunos por la fantasía de vivir una etapa distinta, otros por un real desgaste de su vida en pareja, con hijos púberes o preadolescentes que funcionan como catalizadores y aceleradores del malestar y las desavenencias.

Es el tiempo en que las organizaciones apartan a muchas personas en relación de dependencia, para tomar en su lugar a la generación que asoma entre los 20 y los 30 años.

Hoy la brecha entre personas de 25-30 años es muy pronunciada respecto de los adultos jóvenes de 45 a 55 años. Una gran mayoría de estas personas se sienten a la deriva, sin piso ni planes para el futuro y sin saber de lo que son capaces.

Aquí es donde, gracias a mis experiencias tanto vitales como las propias que me deparó el Mentoring, esas personas pueden comenzar a ponerse al servicio de los que llamo 50+, un concepto con doble significado. Porque habla de los mayores de 50 años, de quien los cursa y del norte de los que tienen a su disposición medio siglo más de vida productiva, intelectual, social.

La aventura que propongo es ayudar a alcanzar la libertad, la autonomía y la autovalía mediante el conocimiento de lo que quieren, pero también de lo que no desean. Es tiempo de centrarse en sus propias fuerzas para poder generar una utopia, a partir de ella un sueño y de ahí, el proyecto.

Esto es válido también para aquellos que lograron estabilizarse, construir, y viven bien, y sin embargo sienten que les falta algo. Ese algo es lo que pueda volver a entusiasmarlos, o reavivar nuevamente el fuego sagrado interno, una motivación, algo que llegue a producirles el placer de pasar un límite para poder disfrutar, y comprender que pueden recomenzar una y otra vez para sentirse vivos.

Es muy probable que a los 60 comiencen otras preocupaciones, pero estoy convencido que quien está asentado en un lugar correcto podrá resolverlas con tiempo e inteligencia.

En el umbral de los 60 el cuidado de la salud es lo preponderante, los hijos crecieron, algunos no piensan en la jubilación, otros empiezan a vislumbrarla.

Éste es un momento crucial. Hay que estar preparado para gestionar una buena vida tras la jubilación. Basta mirar alrededor para contemplar a muchos que soñaban con “el día después” y comienzan una espiral depresiva de la cual es difícil salir, porque allí se combinan el envejecimiento natural del cuerpo con un sobreagregado de síntomas.

Por eso también podemos escuchar hablar de una crisis de los 60 sin dejar de recordar que las crisis son buenas y necesarias, porque se emerge de ellas con un nuevo equilibrio. Y para aquellos que ni piensan en una jubilación, como los profesionales liberales o los empresarios, también se bifurcan los caminos.

Habrá más tiempo para el ocio y urge la construcción de redes de capital social, para no aislarse. Esta es la edad donde hay empresarios que tienen que comenzar a pensar en su sucesor, para algunos comienza el abuelazgo, pero también han llegado a mí aquellos que encuentran una nueva pareja, y se desayunan con la llegada de un hijo, que muchas veces tendrá mucha diferencia de edades con los hijos de anteriores parejas, y es importante entenderlo a tiempo, para que la vida siga siendo placentera y no se convierta en un infierno.

No hay nada que no se pueda prever, tampoco hay dificultades que no se puedan allanar. Por eso, sirva este articulo para pensarlo y pensar-se y acudir al Mentor así sea para encontrar la prevención necesaria o las soluciones estratégicas.

 

En Barcelona, Enero de 2020

 

Ernesto Beibe

Mentor

 

Ernesto.beibe@gmail.com

www.ernestobeibementor.com

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