La suerte… ¿Realmente existe?

En la ardua labor de gerenciar una empresa muchas veces se menciona a la suerte como determinante de muchos resultados empresarios. ¿Qué hay de cierto en esto?

En realidad sucede que cuando uno toma una decisión, lo hace en función de ciertos datos o “variables” que maneja y/o conoce en ese momento preciso, pero existen muchas otras variables inmanejables y/o desconocidas que hacen que la decisión cargue con cierto grado de incertidumbre. De allí que muchas veces el éxito dependa de eso que habitualmente se conoce con el nombre de “olfato” o “instinto” empresario, y que hace que algunos emprendedores “saquen agua de las piedras”, es decir, realicen negocios donde la lógica (limitada) de todos los demás no vería jamas una oportunidad.
Error de apreciación Ahora bien, si coincidimos en que la gran mayoría de las variables que juegan en una decisión gerencial no son manejables y/o conocidas, podríamos concluir en que entonces, la suerte existe, y por ende todo esta librado a la suerte, siendo entonces que el resultado de la decisión dependerá siempre de ella:
Esto es por lo menos un error. Si bien hay muchas variables “no controladas” hay otras que si lo son, y si la decisión gerencial se basa en variables “controladas” que además surjan de informaciones válidas y veraces, la experiencia indica que se disminuyen drásticamente las posibilidades de error, haciendo la salvedad de que en definitiva como no existen exactitudes en la vida, tampoco las habrá en el gerenciamiento, y por ende siempre habrá que jugar con el riesgo. Entendiendo al riesgo como la posibilidad de distintos resultados no deseados.
Disminuir el riesgo La cuestión importante entonces, será disminuir lo más posible el riesgo (o incertidumbre) en cada decisión, para lo cual algunos caminos pueden ser:

  • Aprender constantemente
  • Adoptar una actitud firme pero a la vez humilde
  • Analizar cada decisión en sí misma
  • Analizar cada decisión respecto del contexto y sus variables
  • Calcular los riesgos o costos por los posibles errores que deriven de tal decisión.
  • Prever el “Plan B”, es decir aquel a adoptar en caso de resultados no deseados.

Por otro lado está la cuestión de los objetivos claros.
Imaginemos una barca a la deriva en altamar en la cual sus tripulantes no saben hacia donde queda la costa más cercana. Es obvio y evidente que no poseen datos para decidir un rumbo conveniente para dirigir sus acciones (de remar) y sus esfuerzos. Asimismo, y siendo que las corrientes son cambiantes, lo más probable es que si no definen un rumbo, estén condenados a pasar por en el mismo lugar varias veces, incluso a pesar de haber puesto la mejor de las voluntades y esfuerzos en el trabajo de remar. Imaginemos la diferencia de situación para el mismo caso, si el barco se plantea una clara misión (llegar a tierra), objetivos claros (remando hacia el este únicamente, anclando en las correntadas contrarias y aprovechando las correntadas favorables) y todos los esfuerzos y energías se comprometen en cumplirlos, conociendo todos los miembros de la embarcación hacia donde deben remar. Sucederá que si el este es la tierra más cercana, es decir si el dato era correcto, se llegara más rápido allí, pero aunque en el este no estuviera la tierra más cercana, lo más probable es que de todas maneras se llegue a tierra… y no exactamente debido a la suerte. Esta es la diferencia de trabajar gerencialmente con una misión y objetivos claros y comunicados a todos los miembros de la organización o no hacerlo. Esto va mas allá de la suerte, que la mayoría de las veces funciona como una excelente excusa para cubrir errores derivados de fallas en el planeamiento o simplemente para no hacer.
Conclusión Sintetizando entonces, y teniendo en cuenta que las variables no controladas no siempre ayudarán, lo mejor será siempre manejarse con datos válidos, decidir en base a escenarios probables, aplicar criterios lógicos, tener clara una misión y objetivos, y orientar adecuadamente todos los esfuerzos hacia su cumplimiento, haciendo saber a todos los involucrados en la decisión …”hacia donde debe ir la barca”.

 

Néstor Setzes
Por Néstor Setzes | setzes@ub.edu.ar
Profesor y Técnico Universitario en Administración Pyme
]]>

Podes compartir esta nota

Contacto

Un sitio multimedia integral enfocado específicamente al aftermarket, la postventa y la industria automotriz con la información compendiada y resumida como ningún otro medio lo puede ofrecer, con noticias elaboradas por un equipo de profesionales con corresponsales en Brasil y México. 

Por favor, activa JavaScript en tu navegador para completar este formulario.