Las bondades del genograma

En razón del lanzamiento de la segunda edición de su libro “Genograma y Mentoring”, ampliada a empresas familiares, el autor actualiza su percepción de la técnica que aplica para resolver conflictos dentro y fuera de la empresa.

Como mentor de profesión vivo la cuarta etapa de mi vida. Es un tiempo maravilloso porque cada día que llega tiene mayor peso especifico que el anterior. En estos años logré conceptualizar una forma de abordaje educativo, destinado a cambiar la óptica de familias, de niños, adolescentes y adultos, ya sea del mundo empresario o no. En rigor, de personas en estado de confusión, minusvaloradas, con sensaciones de pérdida o de derrota, aprisionadas por redes de lealtades que no les permitían ser libres y regir sus propias vidas en sus ámbitos de gestión.

Desde mi adolescencia comencé a interesarme en la comprensión del arte infantil. Reconocí en los juegos de niños un sistema de comunicación de ellos entre sí y con su entorno. En aquel entonces, hacia los 16 años, comencé a leer libros específicos del lenguaje infantil escritos por pedagogos, psicoanalistas de niños, educadores de Europa y Estados Unidos.

Mi ambición residía en comprender los sistemas de comunicación humana, los que impulsaban el enriquecimiento y la progresión de chicos, adolescentes y adultos. Ese estímulo también me llevó a leer e investigar escritos sobre Etología, el estudio del comportamiento animal.

Mi interés específico dentro de esa rama del saber se centraba en la comunicación de los animales. La búsqueda me llevó a un autor canónico, alguien que se ocupó toda su vida de los sistemas de comunicación humana y animal llamado Gregory Bateson.

 

Fuente de inspiración

Bateson fue, con sus escritos, una guía en mi inmersión en el análisis de la comunicación. De él, nobleza obliga, tomé el concepto de Genograma, al que me dediqué a ampliar y enriquecer con mi propia metodología.

Este entendimiento se convirtió en el basamento de mi trabajo de más de medio siglo, en la búsqueda por desenredar, esta vez, los sistemas de incomunicación humana, fuente de desdichas, desencuentros, enfermedades y malvivir.

El primer paso fue interiorizarme en el trabajo con los seres más propensos a la incomunicación: los niños y adolescentes autistas, psicóticos o diagnosticados con el Síndrome de Down. En la práctica vivencié los logros en su relación con el entorno. También registré las complicaciones en esa evolución, paradójicamente por obra y gracia de los propios padres.

La poderosa herramienta del Genograma me sirvió para comprender y hacer comprender a los padres de estos niños discapacitados que las historias y los secretos familiares, las facturas simbólicas heredadas de sus ancestros daban el presente en esa relación, la definían y la perpetuaban.

De esta manera, en muchos casos, conseguía que cambiaran y mejoraran su vínculo con el hijo, niño, adolescente y también los que llegaban a mayores, con un futuro dependiente de su ayuda.

El concepto de Genograma también fue utilizado por la psicóloga Anne Schutzenberger de una manera similar, esta vez más orientado a la terapéutica que a la Educación y la comunicación, como fue mi caso.

La doctora vivía por entonces en Chamonix, en el valle del Mont Blanc, lugar a donde viajé para conocerla, y en donde a los pocos días me concedió el privilegio de codirigir con ella dos grupos de pacientes.

De ella y otros tantos referentes me serví, más que para aprender de su teoría, ya plasmadas en sus libros, para interiorizarme en sus modelos, para tomar cuenta de sus estrategias con sus pacientes. Vaya que aprendí. No sólo pude tomar ejemplos, sino también aprender a darlo, proceso que desembocó en la fundación de la Escuela de Mentoring en Buenos Aires, que abrí en el año 2013.

En la actualidad sigo formando profesionales para desempeñarse como Mentores, con el criterio de que aprendan el espíritu del oficio, pero con la convicción de que la letra la ponga cada uno según sus estudios y experiencias anteriores, tal como procedí yo con los referentes que elegí y nombré en esta columna.

 

 

Un salto laboral

Los primeros 40 años de mi vida dediqué mis esfuerzos a enfocarme en los más desfavorecidos y sus familias. A partir de esa experiencia empecé a indagar en el mundo de las Empresas Familiares.

Enfatizo, sobre todo, el período comprendido entre los 40 y 45 años, porque a mí también me alcanzaron las generales de la ley. Tuve que lidiar con la crisis de los 40 años. De hecho, estoy convencido de que no hay persona que pueda soslayarla.

De la experiencia anterior registré que una situación habitual entre los padres y adolescentes con dificultades eran la aparición de un síntoma característico: la baja de defensas, que a la vez conducía a deterioros difíciles de revertir, si uno no accionaba a tiempo.

Esta revelación me hizo resaltar la importancia del lenguaje de los órganos, el reconocimiento de que el cuerpo es el teatro en donde se juegan los dramas y melodramas, de las situaciones límite, sobrecargado además de las acumulaciones de los dramas de los ancestros.

Nuevamente me encontré con otro tipo de complicaciones en la comunicación. Las señales que denotaban los cuerpos de las personas,  expresaban lo que no podía ser comprendido y por lo tanto imposible de nombrar, y así pude integrar y elaborar de otra forma estas situaciones límite. Tenía el desafío de comprender más y mejor, y ayudar a expresar verbalmente esos dolores físicos y psíquicos, provenientes en buena parte de las dificultades de comunicación y de relación.

El intento de instruir a los demás en el manejo de los síntomas ocasionados por la ausencia de elaboración de situaciones disfuncionales con el resto de la familia y el entorno, que no todo lo acepta y comprende, me llevó a investigar esta forma de comunicación que se establece a través de los síntomas y las enfermedades.

Por supuesto, no hablo de incursiones en el área de la Medicina donde, llegado el caso, se diagnostica y se cura una enfermedad, sino de un abordaje de situaciones crónicas que pertenecían al área de la Educación,  mi campo de estudio. Creo, de todos modos, que no es imprescindible saber Medicina para aliviar algunos síntomas. A veces una palabra de un amigo alcanza para serenar el ánimo, para dar esperanza, para aliviar la carga.

Eso sí: quien tenga la obligación profesional de filtrar, de establecer prioridades respecto de la sintomatología corporal ligada a los dolores psíquicos, tiene el deber de estar informado acerca de la fisiología y de los avatares del cuerpo humano. De la raíz psicológica que precede a determinados síntomas, que son producidos inexorablemente por la incertidumbre, por la ambivalencia. Peor aún, por el miedo.

 

 

Historia del mundo

No puede confeccionarse un Genograma si uno no conoce la historia de las migraciones y establecer el grado de inserción y padecimientos de los ascendentes de la familia lejos de las tierras que los vieron nacer.

Es imprescindible conocer las situaciones económicas de los inmigrantes, de los descendientes de las últimas dos guerras mundiales, de las víctimas de masacres en nombre de la religión o la persecución política, de las cazas de brujas, de las guerras intestinas en todos los continentes, de la colonización por parte de países con vocación de imperio.

Antropología, sociología, filosofía, fisiología, neurociencias e historia se entroncan en conceptos atesorados en los libros de la biblioteca de un Mentor, material que sirve a la hora de poder analizar síntomas corporales, dificultades de relación, metáforas, bromas, negociación.

Quería en esta columna hacerle saber, querido lector, de qué me ocupo y cuáles son las fuentes que proveen este caudal de conceptos y conocimientos que utilizo a diario, en entrevistas personales o por videoconferencia con clientes residentes en Canadá, Perú, Ecuador, Australia, Argentina, Estados Unidos, Suiza, Colombia, España, Holanda y Brasil. Clientes comprendidos en edades diversas, que van a la escuela primara o están próximos a jubilarse, o a quienes acompaño hasta el final.

 

En red

Otro paso adelante en la empresa de mi vida fue aggiornarme a la nueva realidad del desarrollo de la tecnología de internet. Tuve la oportunidad de

desarrollar un sistema de comercialización y ventas llamado Marketing Vincular, con la posibilidad de llegar en gran escala y en velocidad a miles de personas que ya comenzaban a poseer y utilizar la computadora en el nuevo paradigma de la comunicación digital.

A partir de aquí me dediqué a encontrar el core business de las empresas

a las que yo denomino discapacitadas por sus incompetencias a la hora de lidiar con problemas de comunicación entre padres e hijos, hermanos, parientes. Con mi experiencia en el atendimiento de familias comencé a aplicar mis conocimientos trasladándolos al área de las relaciones  corporativas, el diseño de estrategias, la viabilidad de los proyectos.

En estos casos tenía que tener en cuenta las condiciones económicas de cada país en que operaba, a la vez que reforzaba la certeza de que cada negocio se desarrolla puertas afueras de un local o de una fábrica y que estas puertas se abren no sólo a la vereda sino hacia el mundo. Y que se agrega valor en cualquier lugar del universo, cada vez más cerca y a mano a un clic del  teclado.

Mi labor es dirigir las fuerzas sin prisas pero sin pausas, ordenar los universos interiores de las personas, de las familias, de las empresas en su aspiración de conquistar el mundo, sobre la base del ejemplo de quienes  trascendieron sus fronteras, físicas y mentales, ampliaron e impusieron sus ideas para lograr sus propósitos en tiempo y forma.

 

En febrero de 2023, desde Buenos Aires

 

Ernesto Beibe

Mentor

Tel/whatsapp +54 911 4198 6568

Email: ernesto.beibe@gmail.com

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