Nueva resiliencia: la antifragilidad

Este innovador concepto alude a la cualidad que permite a un sistema o individuo no sólo resistir a los golpes y fracasos, sino prosperar a partir de ellos.

En un mundo azotado por la incertidumbre y el cambio constante, la antifragilidad emerge como una filosofía liberadora. Este innovador concepto, introducido por Nassim Taleb en su obra «Antifrágil: Las cosas que se benefician del desorden”, trasciende las nociones convencionales de resiliencia y estabilidad.  

Radiografía del concepto

La antifragilidad es más que una simple resiliencia o recuperación frente al estrés o la adversidad. Se trata de una cualidad que permite a un sistema o individuo no sólo resistir a los golpes y fracasos, sino prosperar a partir de ellos. En un giro creativo, Taleb menciona el ejemplo de la Hidra de la mitología griega para ilustrar este principio: corta una cabeza a la serpiente y crecerán dos más, más fuertes que antes.

Para introducirnos en su tema, propone una tríada conceptual que incluye la fragilidad, la robustez y la antifragilidad:

-Fragilidad: representa sistemas o entidades que son vulnerables a desafíos, cambios y estrés. Cuando se enfrentan a perturbaciones, tienden a quebrarse o fallar.

-Robustez: los sistemas robustos pueden resistir shocks y estresores sin cambiar fundamentalmente. Mantienen su integridad bajo condiciones adversas.

-Antifragilidad: a diferencia de los dos anteriores, un sistema antifrágil mejora y se fortalece cuando está expuesto a ciertas clases de desorden y estrés. Esto no significa que vas a ser invencible, invulnerable o indestructible: todo lo contrario. Significa que contarás con las herramientas de previsión apropiadas en tu desarrollo interno para afrontar lo que se presente con mayor entereza y confianza.

La antifragilidad implica, por lo tanto, poseer una robustez adaptativa, contar con un plus de resiliencia para activar cuando necesites y ser inquebrantables (no indestructibles). También implica ser adaptables al caos y encontrar beneficios aún en medio de la situación. Ser estables en situaciones de alta presión, y resultar fortalecidos por una dosis razonable de estrés como impulsor y sostén. No se trata, aquí, del estrés sostenido en el tiempo, que puede transformarse en burnout, el síndrome del quemado, sino de algo que de todas formas aparecerá en tu vida y te estresará: es entonces cuando lo transformas a tu favor.

Derrotas victoriosas

Comprender la antifragilidad implica primero reconocer el valor formativo de los fracasos y los desafíos. Mientras que sistemas o individuos frágiles -que no debemos confundir con débiles- temen y evitan cualquier tipo de estrés, son quebradizos y asustadizos frente a las situaciones, quienes desarrollan los componentes de robustez y adaptabilidad se nutren de estas experiencias, adaptándose y fortaleciéndose en el proceso.

Esto se observa con total claridad en la naturaleza, a través del proceso evolutivo. Las especies están en una constante batalla por la supervivencia, adaptándose y refinándose en respuesta y afrontamiento a desafíos ambientales. Aquellos que no se adaptan, simplemente desaparecen.

Engañosa estabilidad  

Taleb señala que nuestra búsqueda moderna de estabilidad y control nos ha hecho intrínsecamente más frágiles. Instituciones y políticas centradas en la eliminación de riesgos y la predicción de resultados han creado sistemas que son altamente susceptibles a perturbaciones imprevistas.

El asunto de la predicción o futurología de riesgos que se alienta socialmente bajo el pretexto de dar calma o estabilidad por anticipado, es algo para prestar atención y evitar caer en un realismo mágico, porque nadie puede predecir lo que va a pasar mañana, en un mundo absolutamente cambiante.

Según el autor de este ensayo, en lugar de buscar certezas ilusorias, es posible cultivar una mentalidad flexible que nos permita adaptarnos a cualquier eventualidad.

Porque ser antifrágil significa dejar de lado la ilusión de control y abrirse a la incertidumbre y se necesitan desarrollar estrategias que nos permitan responder con agilidad a situaciones inesperadas. 

Por ejemplo: ante una crisis económica, las personas y empresas pueden diversificar sus inversiones o ahorros de contingencia lo mejor posible o, sin caer en el pensamiento catastrófico, planificar los escenarios extremos. 

Hoja de ruta

El desarrollo de la antifragilidad se puede trabajar previamente para llegar mejor preparados, y no necesita esperar que ocurra algo desastroso para activarla. Ésta es una enorme diferencia con la resiliencia, componente humano que se despierta en situaciones altamente desafiantes; por ejemplo, como todos vivimos en la pandemia del Covid que impactó globalmente y cambió el mundo para siempre.

Para el coach, entrenador y educador Fernando Sáenz Ford, que se ha dedicado a estudiar y divulgar la antifragilidad en individuos y organizaciones, “el proceso de iniciarse en esta práctica no significa que seas una persona acorazada e invulnerable. En esencia, se trata de aumentar tu poder personal en situaciones de adversidad, descubriendo tus áreas de impacto auténticas dentro de lo que se presenta y parece un enorme desafío”. 

5 pasos para ser antifrágiles 

Según Nassim Taleb, hay muchas formas de desarrollar la actualidad de la antifragilidad en la vida, antes de que ocurran las situaciones. Es necesario entrenarse para cultivarlas y tenerlas listas para cuando llegue el momento.

Aquí van cinco alternativas, mostrando cómo aplicarlas en los negocios y en la vida personal, según su enfoque

1-Adoptar una mentalidad de «opciones abiertas»

Crea, diseña y mantén diversas opciones a tu disposición para ser flexible y adaptable. No te cases con una única estrategia o plan. La mayoría de las personas funciona con escenarios únicos, cuando la realidad indica que existen múltiples posibilidades.

Ejemplo en los negocios: en vez de invertir todo en un solo proyecto, diversifica. Mantén una cartera de proyectos y oportunidades.
Ejemplo en la vida personal y profesional: evita poner todos los huevos en una sola canasta. Si una relación o trabajo falla, ten otros intereses y relaciones para mantener el equilibrio. Diversifica todo lo posible.

2-Aceptar y aprovechar el caos

En lugar de resistirte al cambio y a la incertidumbre, utilízalos como oportunidades para aprender y crecer. Esto implica responsabilidad personal ante las situaciones, entrenar tu preparación previamente, y practicar lo que vas aprendiendo para corroborar lo que te funciona, y lo que no.

Negocios: aprovecha las fluctuaciones del mercado para identificar nuevas oportunidades o nichos.
Vida personal y profesión: afronta los desafíos personales con una actitud distinta, que se puede cultivar en tu mentalidad, para vivirlos como oportunidades para el autodescubrimiento y el crecimiento.

3-Priorizar la robustez 

También puedes diseñar tu vida y tu negocio para que sean robustos ante las adversidades y resistentes, adaptables y flexibles frente al estrés.

Negocios: crea sistemas y procesos que puedan soportar shocks sin desmoronarse. Enfócate en modelos de “Océanos azules”, donde no compites con los “Rojos” (un océano lleno de tiburones peleando por la misma porción); distínguete y despégate tanto del mercado y en tu rol en tu empresa o trabajo, que prácticamente nadie pueda superarte en tu excelencia.
Vida personal y profesión: aprende habilidades de afrontamiento y mantén un equilibrio entre tu vida laboral y personal para tener más fortaleza frente al estrés.

4-Practicar la «Vía Negativa»

A veces, eliminar lo que es dañino es más efectivo que intentar añadir algo nuevo. Primero, elimina todo lo que no sirve, actualiza, limpia, recicla y empieza con una nueva mentalidad. 

Negocios: elimina los procesos, productos o relaciones comerciales que no aportan valor o que son perjudiciales.
Vida personal y profesional: haz un inventario de tus hábitos y relaciones y descarta lo que te arrastra hacia abajo. Anota (en lo posible a mano) las herramientas con las que cuentas, y las que te gustaría adquirir para tener más equilibrio y destreza en los desafíos.

5-Adoptar la “Redundancia Beneficiosa”

Tener algo de redundancia puede ser útil para enfrentar situaciones imprevistas. La redundancia puede ser dividir un proceso en tantas partes como sea necesario, y mejorarlas para que produzcan un resultado superador y también explorar patrones de éxito en lo que hagas en medio de las crisis, e iterarlo (dividirlo, conectarlos, repetirlos) lo suficiente, sin quedarte en el estancamiento de una única opción. 

Negocios: mantén un «colchón» financiero o recursos extras para tiempos difíciles. Explorar lo que sí funciona aún en el caos y potenciarlo, soltar el apego a lo que ya no funciona y cuesta tiempo, dinero y energía. 
Vida personal y profesional: cultiva diversas habilidades y mantén una red social variada para tener una «red de seguridad» o de contención en la vida. Busca personas que acompañen tu desarrollo; limita tus vínculos por obligación con personas que consideres negativas y corta el consumo de noticias que te contaminen en la nueva mentalidad y actitud que estás cultivando: de todas formas te vas a enterar de lo que necesites saber.  

Daniel Colombo

Facilitador y Máster Coach Ejecutivo especializado en alta gerencia, profesionales y equipos; mentor y comunicador profesional; conferencista internacional; autor de 32 libros. LinkedIn Top Voice América Latina. Coach profesional certificado por ICF en su máximo nivel, Coach certificado, Miembro y Mentor en Maxwell Leadership, el equipo de John Maxwell.

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