¿Para preservar la familia hay que perder la empresa familiar?

Están los que sólo piensan en la empresa. Están los que sólo piensan en la familia. Encontrar el equilibrio ayudará a que las dos prosperen en armonía.

Hay empresas familiares donde los hijos se sienten con derecho a tomar decisiones caprichosas, donde la primogenitura vale más que el talento.

En mi práctica con empresas familiares, pude dividirlas en cuatro grandes grupos. Aquellas donde el empresario estaba interesado más en el bienestar de su empresa, que en el de su familia. Otras, donde el empresario preferenciaba más las relaciones familiares en detrimento de las de su empresa. Las menos, donde al empresario ni le importaba su empresa ni su familia. Y por último, las contadas, donde el empresario encontraba un equilibrio para tener una empresa exitosa y a la vez, una familia feliz e integrada.

En el primer caso, que es el más frecuente, es donde las relaciones familiares se desdibujan, donde el empresario, al comienzo está muy pendiente de su trabajo y todo queda supeditado al buen funcionamiento de su empresa. Todo debe ser funcional a ella. Las salidas, los horarios, las noches, las fiestas, las preocupaciones, los buenos o malhumores dependen de su actividad.

Así comienza a establecer relaciones conflictivas, primero con su pareja, y luego con sus hijos. Pretenderá que sus hijos también sean funcionales a la Empresa, que sigan sus lineamientos, que actúen como clones. Por supuesto que premiará a aquellos que lo sigan, y castigará a aquellos “raros” que no se adapten a su visión de “matarse” por la empresa. Cuando llega el momento de retirarse, encuentran, no sin sorpresa, que nadie los espera en su casa, que la vida trascurrió, y que queda sin valores.

Por eso tratara de perpetuarse, hasta ser desplazado por sus propios herederos. Por lo general, este tipo de padres empresarios, generan y promueven al tercer grupo, al de aquellos empresarios, hijos y herederos del Fundador, a los que ni les interesa la empresa ni la familia.

Entonces, vale la pregunta: ¿Para preservar la familia es necesario deshacer la empresa familiar?

La labor del mentoring empresario, no es el de deshacer ni el de romper empresas ni familias. El mentoring promueve la comprensión del empresario, ubicándolo en un lugar lo más cercano posible al cuarto grupo, al de aquel que puede compatibilizar la empresa con la familia. Porque nunca es tarde para aprender, nunca es tarde para cambiar uno, y así modificar las relaciones que alejan a los miembros de una familia en aras de un éxito empresario que termina siendo efímero. Efímero porque el dinero va y viene, negocios se pueden hacer muchas veces, empresas se pueden abrir o cerrar, pero los vínculos familiares, son, finalmente los que cuentan. Y es importante cuidarlos, aun a expensas de tener que cerrar una empresa. El no poder cambiar, será solo un síntoma de una persona cerrada que no se permite aprender ni educarse. Seguramente el fracaso estará a la vuelta de la esquina.

El mentoring empresario ayuda a ubicarse en una nueva realidad, abre canales de diálogo entre hermanos, entre padres e hijos, logrando alinear, ordenar y organizar la estructura familiar para llevar adelante la empresa familiar.

Hablemos del segundo grupo, el de los empresarios que preferencian a la familia en detrimento de la empresa. Son aquellos, donde los hijos y los parientes son el rango más importante de la empresa, estén capacitados o no para los puestos que ocupan. Donde los hijos se sienten con derecho a tomar decisiones caprichosas, donde la primogenitura vale más que el talento. Donde los empleados no tienen voz, y se convierten en un producto subvaluado del proceso de management, sin ser tomados en cuenta, y sufriendo la discriminación interna.

También en este caso se generan los elementos del tercer grupo, donde al heredero ni le importa la empresa y termina no importándole la familia. Son los típicos ejemplos de “de obrero a empresario y obrero otra vez en tres generaciones”.

Nuevamente, acudiendo al mentoring empresario, se logrará profesionalizar la empresa, utilizando los recursos legítimos y de tanto esfuerzo invertido por parte de sus fundadores, comprendiendo y ubicando a cada cual en su lugar, dando espacio a los profesionales adecuados o buscando profesionalizar a los miembros de la familia. Todo para llegar nuevamente al paradigma del equilibrio entre la búsqueda del éxito de la empresa y la buena convivencia de los familiares que la integran.

Por Ernesto Beibe | Mentor

ebeibe@speedy.com.ar l www.mentoringempresario.com

 

 

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