Razón, pasión y emoción

Hay que dejar los caprichos y las pequeñeces de lado para entrar de lleno en la solución más conveniente de los problemas. Por el año 400 antes de Cristo, Platón (padre griego de la filosofía occidental), postulaba que el gobierno más difícil para el hombre es el de su propia alma, y con él , el de sus actos. En la descripción del alma humana, es decir, todo aquello que no es el cuerpo, Platón dividía tres componentes: la razón, la emoción y la pasión. Decía que si se dividiera el alma del hombre en superficies, las razones ocuparían una parte diminuta de la misma (por ejemplo 5%), las emociones un sector algo más significativo (por ejemplo 20%), y las pasiones se verían reflejadas en toda la superficie restante (por ejemplo 75%). La cuestión era que para que el hombre sea preciado por él mismo y por los demás, y sus actos justos, valerosos y prudentes, era menester e indispensable que la parte más pequeña de su alma (la razón), tuviese el
absoluto gobierno de las otras dos (emoción y pasión). Sólo aquél hombre que domine sus pasiones y emociones y las ponga al servicio de la razón, será el que actúe según “lo conveniente”, escribió Platon en “La República”. Estas reflexiones tan antiguas como importantes extraídas de lo más profundo de la filosofía griega son perfectamente aplicables en el día a día del gerenciamiento PyME. La pregunta será: ¿es preferible en la empresa decidir en base a pasiones y emociones o en base a lo conveniente? El problema y el desafío en la vida como en el gerenciamiento, está en dejar caprichos y pequeñeces de lado para entrar de lleno en la solución más conveniente de los problemas, para lo cual sin dudas que la razón, el conocimiento, el aprendizaje y las virtudes del alma buena orientada hacia el bien, serán los mejores aliados. Hoy día, en los ambientes especializados en “management estratégico” de las grandes organizaciones se habla de “enfocarse en el largo plazo para decidir en el día a día”, es decir, pensar no sólo en el hoy para decidir hoy, sino poner siempre por encima el “foco” en el largo plazo, lo que constituye un desafío muy importante, pero a la vez muy conveniente para los intereses de la empresa y su evolución futura. De ahí la importancia de definir una “misión” o “razón de ser” de la empresa en base a la “visión” que tienen de ella a futuro quienes la manejan.

  • ¿Es posible hacerlo? Los que saben y a quienes le va bien en altos niveles gerenciales de las grandes organizaciones están demostrando que sí.
  • ¿Es posible hacerlo en las PyMEs? Es el gran desafío de los innovadores y de quienes quieran adelantarse un paso.

Para lograr lo anterior, nada mejor que la aplicación de aquel principio de la filosofía griega en que, en términos administrativos y modernos, se demuestra la debilidad que representan las emociones y pasiones a la hora de tomar una decisión, y a la vez, la fortaleza que implica la razón para el mismo fin.

 

Néstor Setzes
Por Néstor Setzes | setzes@ub.edu.ar
Profesor y Técnico Universitario en Administración Pyme
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