Entrevista con Juan Manuel Roselló, gerente general del Grupo AG.
“Las ferias, desde siempre, son para nosotros un punto de encuentro con todos nuestros clientes. Nosotros trabajamos directamente con distribuidores que nos representan en todo el país y buscamos tanto en Automecánica Buenos Aires como en Automecánica Frankfurt o en Automec de Brasil ser un punto de convocatoria en el que charlamos sobre las relaciones históricas que tenemos con cada uno de ellos. Las expectativas, en ese sentido, están más que cumplidas ya que en la feria convergen todos los jugadores importantes del mercado. Además, la feria oficia como una oportunidad de hacer branding y representación de la marca, teniendo en cuenta que es una feria a la que vienen muchas casas de repuesto y talleristas de todo el país. Eso nos impulsa a construir marca así como relaciones con todos para que cuando vuelvan a su negocio tengan la referencia y le pidan a sus distribuidores los distintos productos que hoy tenemos, diferentes a la media del mercado y de calidad, por un precio competitivo con mucho margen para crecer y para desarrollarse. El trabajo con la línea de frenos tanto de Cobreq como de Textar empezó en 2018 mientras que la línea Liggett fue un desarrollo que viene de la cuarentena y que nació de la idea de ampliar nuestro desarrollo de marca y que hoy es una realidad, con diez líneas distintas de productos, como bieletas, precap, extremos, rótulas, discos y pastillas de freno. A partir de julio vamos a sumar parrillas de suspensión. Apostamos a un trabajo invisible muy fuerte, porque lo que queríamos era ser una opción completa del undercar para expandir los valores a estas nuevas líneas. El país atraviesa un momento difícil. Si hablás con cualquier exponente de la cadena de valor te refiere unas caídas de venta muy pronunciadas, te diría de un 40%, transversal a toda la red, con un mercado muy retraído durante los últimos dos meses. Mi principal preocupación es por cuánto tiempo las empresas pueden sostener el empleo y las finanzas de cada uno y cuál va a ser el punto de quiebre para avizorar una recuperación.
El efecto látigo que se genera en la cadena comercial es muy fuerte. Un mostrador que vende un 25% menos se da vuelta y compra un 40% menos de mercadería y el distribuidor vende un 40% menos y compra un 60 o un 80% menos de mercadería, lo que es dramático. Intuyo que a mediano plazo las empresas, ya sea fábrica, distribuidora o casa de repuesto, están obligadas a tener estructuras mucho más eficientes. Si uno analiza los salarios medidos en dólares, estamos igual que en la salida de la convertibilidad. Con 250/300 dólares por empleado. En aquellos años, sin embargo, en 3/4 años se llegó a 700 y 800 dólares por empleado y después se fue manteniendo entre 700 y 900 en base a los periodos económicos. Eso nos permite inferir que los salarios en dólares van a aumentar por dos o por tres en un corto plazo. Ahora bien, en este momento de caída de ventas ya se están ajustando los márgenes de los productos y no veo en perspectiva aumentos en dólares de los productos, lo que va a generar que las estructuras sean cada vez más pesadas y van a necesitar una eficiencia desde la operación. Creo que el costo financiero va a volver a ser importante. Tener mercadería no va a ser una ventaja. Eso va a ser un cambio grande también.
Soy totalmente optimista en este proceso de transformación que comporta un saneamiento necesario para todos los rubros. Creo que la retracción del mercado nos obliga a todos los jugadores a ajustar los márgenes, revisar los precios y las rentabilidades porque para adelante es lo que tiene que funcionar y no estar todo el tiempo yendo y viniendo con teoremas que en el mundo ya no funcionan y que solamente en la Argentina siguen siendo algo de todos los días”.
