Todo es urgente

La necesidad del cambio viene de la mano de la demanda de lo inmediato y los nuevos progresos científicos, tecnológicos, artísticos y múltiples áreas de trabajo.

Un cambio de paradigma en la empresa tiene como virtud un cambio en el espacio mental de quienes detentan el poder y esto conlleva a la vez a mejoras que derivan inexorablemente en la recomposición del espacio físico y otras situaciones que se complementan y se realimentan.

No sólo se trata de sobrevivir a las nuevas demandas del mercado sino, como siempre, de generar mayor valor agregado que repercuta en ganancias. Las empresas se reinventan, siempre es bueno recordar, para abrir un mercado, encontrar nuevos nichos o desarrollar nuevos servicios, productos e ideas. En alguna ocasión es más fácil venderle mayor cantidad de mercaderías o servicios a los clientes habituales, como estrategia de fidelización, que reparar en la búsqueda de nuevos adquirentes.

Para que el cliente participe en la compra y no que le “vendan” es imprescindible aprender a oírlo, y por consiguiente estar atentos a sus demandas y aún anticiparse a sus deseos, en esta época donde el paradigma que rige es el on demand y la obligación de tener la mercadería o los servicios ya, de manera casi instantánea, tal como las grandes organizaciones multinacionales entendieron e internalizaron sobre los nuevos modos de intercambio. Estas organizaciones registraron y aprendieron de estos nuevos métodos de on demand que el cliente compra, y quiere lo suyo en tiempo récord. Esto no es privativo de mercaderías sino también de servicios.

 

Todo oído

Cada día se impone más la necesidad del comprador de una escucha ágil y una prestación eficiente. En rigor, de ser eficaces en la menor cantidad de tiempo.

Pero uno de los cambios más importantes que se infiere de la antigua-nueva empresa es la demanda de una adquisición de lo idóneo, de nuevos conceptos de atención al cliente, un proceso que viene acompañado por un cambio en el sistema organizativo que sustituye antiguos métodos de trabajo, jerárquicos y verticales, por nuevas formas organizativas más transparentes y horizontales.

Antes muchas empresas se regían por el monopolio del poder y la autoridad ejercidas por un dueño, especialmente en las Empresas Familiares, donde el fundador era el Gran General y todos los demás, familiares y empleados, simples soldados a su disposición, sin ningún margen de decisión.

La necesidad del cambio viene de la mano de la modalidad anteriormente citada de “todo de inmediato” y los nuevos progresos científicos, tecnológicos, artísticos en múltiples áreas de trabajo, donde antes regía la autarquía de un monotema.

Es vital para la supervivencia y el éxito en tiempos actuales que se adopten las formas de organización que desemboquen en una forma mucho más fluida, en el que prime la colaboración de todo el personal para alcanzar la satisfacción del cliente.

Progresar es crecer e innovar y para esto es necesario ampliar los conocimientos y puntos de vista desde la dirección hasta el personal de limpieza.

Es aquí donde las empresas empiezan a sentir crecientes exigencias de productividad, en donde las leyes del mercado las obligan a profundizar y cambiar estrategias y políticas. Soy partidario de la idea de volver a planearlo todo, crear e innovar para adaptarse a los tiempos y desarrollar una sensibilidad que permita a los empresarios anticiparse a necesidades futuras de los clientes.

 

Un caso

Por supuesto, en consonancia con el flujo de la historia, a cada nueva acción suelen corresponderle reacciones contrarias al cambio. En mi trayectoria de Consultor Estratégico en Empresas Familiares me tocaron en suerte los tiempos de la implementación de las Normas ISO 9000, que era el único requisito para entrar en el mercado mundial.

La planificación dentro de la empresa del proceso de instauración de estas normas corrían por cuenta de ingenieros y las compañías de certificación. Sin embargo, este sistema que comportaba una situación de vida o muerte de una empresa, no fue aceptado en ninguno de los sitios por parte del personal. Tanto desde la conducción hasta el personal de limpieza. Por supuesto que esto concitó muchas demoras en la producción y entrega, con la consiguiente caída de ventas, utilidades y malestares con los clientes, lo que hizo imprescindible mi labor en la Consulta para la puesta en marcha de resoluciones estratégicas, y así poder implementar los cambios, más allá del gusto de unos y otros en la jerarquía institucional.

Hago notar que la normatización significaba una supererogación sustancial en la empresa, desde cambios edilicios hasta reacomodamiento de personal, muebles, aparatos de producción. Esto que sucedió con las Normas ISO es moneda corriente en empresas que, con ansias de crecimiento, deben indefectiblemente crear mandos intermedios y normatizar  aquello que antes dependía de la protocolar ejecución de las órdenes del Empresario o sus delegados en el poder.

Esto conlleva al comienzo una sensación de dudas y retardos, pero tal como sucede en ciertos deportes es imprescindible retroceder para tomar impulso, llegar a los ingresos históricos primero y sobrepasarlos luego con largueza. Querido lector, éste es un gran desafío.

 

Desde Barcelona, junio de 2021

Ernesto Beibe

Consultor Estratégico

de Empresas Familiares

ernesto.beibe@gmail.com

+34 628 698 809

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