Vencer el miedo

Con la incorporación progresiva de startups al mercado, nuevos jugadores y criterios han entrado a escena y las empresas tradicionales saben que deben incluirlas en el ecosistema, aunque reconozcan la ambigüedad de los resultados posibles.

 

Hoy estamos sembrando la semilla del futuro: de los múltiples futuros posibles, de los que podemos elegir ser parte. Si el presente es la causa del futuro, entonces hoy estamos eligiendo, conscientes o no, si ser protagonistas o espectadores, activos o pasivos, líderes o seguidores..

El mundo se está transformando. Es un hecho. Son tantas y tan diferentes las fuerzas que actúan e interactúan que es difícil predecir cuál será la resultante. Nuevos jugadores han entrado a escena y las empresas tradicionales saben que deben incluirlas en el ecosistema, pero también temen de la ambigüedad de los resultados posibles.

Zygmunt Bauman, el autor del libro Modernidad Líquida, afirmó que vivimos un mundo que resumió como VICA: Volátil, Incierto, Complejo y Ambiguo. Excelente definición aunque difícil de navegar.

La incertidumbre y la volatilidad nos hacen dudar al momento de tomar decisiones en un mundo complejo y ambiguo. Pero como decían los sabios: no tomar decisiones es una manera más de tomarlas. Podemos pecar u obrar correctamente, en ambos casos por acción u omisión.

Que las empresas tradicionales tienen mucho que aportar, no hay dudas. Que las startups hacen una contribución importantísima, tampoco se discute. El problema es cómo disminuir la desconfianza (que es mutua) y empezar a trabajar mancomunadamente.

 

¿En qué desconfían las empresas tradicionales de las startups?

Muchas veces las tradicionales prefieren desarrollar desde cero o incluso comprar una startup en lugar de asociarse a ella, porque dudan si cuando se lance el servicio o el producto que la startup provee, ésta va a seguir estando viva para darles soporte o incluso si no habrá mutado para cuando surjan los problemas o la necesidad de asistencia.

Otra duda importante tiene que ver con la escala. Poder dar servicio de calidad y sostenido para satisfacer las dimensiones de una gran empresa es algo que muchas veces puede ser un gran signo de interrogación en una startup. Una gran idea o un desarrollo tecnológico novedoso, muchas veces, carecen de los procesos ajustados y de los proveedores correctos para adaptarse a las demandas crecientes.

Otras veces la “idea innovadora” de la startup no está lo suficientemente validada para poder tener las certezas necesarias para tomar el riesgo.

También saben que si la startup no obtiene los fondos que espera, si no recibe la reputación prevista o si sus inversionistas no ven el horizonte que previeron pueden quitarle el apoyo y quedarían en una muy incómoda situación.

Los procesos lentos y las burocracias instaladas de las tradicionales pueden lastimar la relación con una startup que espera respuestas rápidas y reacción inmediata. La frustración, junto con las restricciones económicas y los papeleríos y trámites necesarios para las aprobaciones, pueden hundir el barco antes de que empiece a navegar.

Del otro lado

¿Cuáles son los miedos de las startups, que muchas veces las llevan a hacer solas cosas que las exceden o que las tradicionales ya hacen mejor?

Muchas startups temen (a veces, el miedo es justificado) que las grandes quieran robarles ideas, conocimiento e incluso capital humano. La desproporción de fuerzas intimida.

Las startups temen que las burocracias y los lentos procesos de aprobaciones internas, junto con frecuentes cambios de management y estrategias de las empresas tradicionales, puedan hacer cancelar proyectos ya iniciados sin previo aviso ni consulta.

La cadena de pagos de las empresas establecidas (en los países con altas tasas de interés, aún más) son largas e impredecibles. La posibilidad de ahogarse por problemas financieros y no económicos es grande si se depende de estos flujos de dinero.

Los tiempos se miden en diferentes escalas en ambos tipos de compañías. Las decisiones en las empresas tradicionales toman tiempos y exigen de comités y aprobaciones. Si bien los procesos son efectivos, las aprobaciones y puestas en marcha pueden tardar tanto que cuando están listos para salir al mercado, la oportunidad quizá ya haya pasado.

 

Un paso adelante

Los tiempos, las expectativas, las edades promedio de sus integrantes, las estructuras jerárquicas, los sistemas de decisión, los incentivos, los premios y castigos, la aversión al riesgo, la estabilidad de los procesos, la cadena de proveedores y distribución, la estructura financiera, la experiencia del negocio y la antigüedad, entre otras, pueden ser muy diferentes entre las Tradicionales y las startups. Sin embargo, la necesidad de adaptarse a la cuarta revolución industrial las afecta a ambas por igual y las invita a ser socias del ecosistema.

La mejor manera de vencer los miedos es conocerlos, aceptarlos y enfrentarlos. Aquí también unos y otros deben desaprender para volver a aprender. Son las reglas de un juego que ha mutado y por lo tanto es plástico.

Tal vez, en este mundo “VICA” del que hablaba el filósofo polaco, haya que volver a citar al Buda cuando afirmaba: “Para entender todo, es necesario olvidarlo todo”.

 

Gabriel Mysler

Consultor en innovación, estrategia y management, Director de la consultora Innovation@Reach y Managing Director de Integrity Meter.

 

gabrielmysler@gmail.com

 

 

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