La simpática y sensual vedette nos habla de sus relaciones automovilísticas
¿Cuánto tiempo pasás arriba del auto?
Estoy mucho tiempo porque ando yendo y viniendo de un lado para el otro. Por eso me parece que mi auto es como mi primera necesidad. Como un mundo aparte. Una va dentro del coche y ahí debe tener todo: su “guardacosas”. Está bueno observar al otro, lo hago seguido: me paro en un semáforo y veo “el mundo” de la otra persona. Están todas recluidas en la radio, o se ríen o hablan por teléfono. ¡Aunque eso no se debe hacer mientras se maneja!
¿Cuál fue tu primer auto?
Un Fiat Uno modelo ´92, ¡lo saqué en 48 cómodas cuotas! Yo trabajaba de moza. Entonces fue muy difícil, pero mi mamá me ayudó: me prestó plata.
¿Cuál es el coche que más recordás y cuál tenés ahora?
Me acuerdo de todos, en realidad. He pasado grandes experiencias con cada uno de ellos. Jamás compré un auto muy ostentoso porque me da miedo la inseguridad que hay en las calles. Ahora tengo un 207 2008, pero es un Peugeot común. Me gusta mucho la línea de los Peugeot. Antes, tuve tres 206.
¿Cómo cuidás tu auto?
Como toda mujer. Me subo, le pongo nafta… ¡y el auto anda! (risas).
¿Cada cuánto lo lavás?
Y… cuando puedo. Cuando me acuerdo o cuando saco a pasear a mis perros. Ahí tengo que lavar el auto sí o sí (risas).
¿Vas al mecánico con frecuencia?
¡Es que jamás choqué! Y hace muchos años que manejo.
¿Y quién le hace el cambio de aceite, entonces?
Ah, eso lo hace mi marido (risas).
¿Alguna vez te pasó de pinchar una goma y tener que cambiarla?
Sí, una vez, a la salida de una fiesta tuve que cambiar la goma con el traje largo (risas). Íbamos una amiga y yo, y enseguida tuvimos varios candidatos para ayudarnos. Eran las 7 de la mañana. Pero sí, me doy maña para cambiar las gomas. Aunque casi nunca termino haciéndolo yo (risas).
¿Y cuánto tardás?
Más de lo habitual. Media hora. Porque se me hace difícil el tema de la llave cruz. El bulón está bastante duro, entonces uno tiene que subir y me paro arriba, y le doy…
¿Quién te enseñó a manejar?
Varias personas. Un poco, mi vieja, y otro poco, una pareja de ella. Aprendí a manejar a los 14 años, en un campo. Porque no se podía. Pero como vivíamos en provincia, a los 16 ya tuve un permiso para manejar, entonces lo hacía con el auto de mi mamá.
¿Alguna vez te paró la policía?
¿Una? Varias veces (risas). Fue por exceso de velocidad. Hasta me han seguido con armas porque pasé un semáforo en rojo en Costanera Sur. Pero yo les explicaba que era peligroso y que me daba miedo. “Andá, andá”, me dijeron. Además, varias veces me hicieron control de alcoholemia.
¿Con qué coche es imposible “levantar” a una mujer?
Hay mujeres para todo y que se banca andar arriba de cualquier auto. Depende de quién esté adentro y del chamullo que tenga esa persona.
¿Cuál es el coche de tus sueños?
No tengo un auto de mis sueños, pero me encantan los autos chicos y deportivos. Obvio que me fascina el Mercedes Benz, el Audi… todos me gustan.
¿Por qué creés que el auto es un lugar que les genera fantasía sexual a los hombres?
No sabría decirte, me estoy enterando de eso por esta entrevista (risas).
¿Cómo conducimos los argentinos?
Mmmm… yo puedo decir tal maneja bien o éste maneja mal, pero no pasa por ahí. Acá el tema pasa porque no respetamos nada.
¿Te incluiste en el “no respetamos”…?
(Risas).
“Dame un autógrafo y te perdono”
¿Te sucedió alguna anécdota divertida dentro de un coche?
Una vez, estaba hablando con el celular y me paró un policía en la calle Corrientes, yo iba para el teatro. El agente me reconoció: “Ah, sos vos. Bueno, dame un autógrafo para mi señora y te perdono. Pero que sea la última vez” (risas). Eso fue antes de lo de los puntos. Y pasó una señora por la calle y le dijo al policía. “Hacele la boleta, ¿qué te importa que es famosa?”.]]>